miércoles, 24 de diciembre de 2014

MENSAJE DE NAVIDAD 2014 DEJARNOS SORPRENDER POR LA GRANDEZA DESCUBIERTA EN LA SENCILLEZ


Diócesis de San Cristóbal
Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE NAVIDAD
DEJARNOS SORPRENDER POR LA GRANDEZA DESCUBIERTA EN LA SENCILLEZ

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«Y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores» (Lc 2, 18)

1.    Ha llegado el día tan esperado para muchos de nosotros, ¡Nuestro Salvador ha nacido! Y como dice el Santo Padre Francisco: “Navidad es dejarnos amar por el niño Jesús” (Mensaje de Navidad 2013), pero para dejarnos amar, debemos conocerle y se le conoce en la escritura, es la única forma de poder vivir como nuestro Salvador lo hizo en su paso por la historia. Por tanto, no celebramos solo el acontecimiento histórico de ese Dios encarnado que al hacerse niño iluminó con su presencia a este mundo lleno de tinieblas y desesperanza; celebramos también la actualización de este nacimiento en nuestras vidas.
2.    En este sentido, comencemos nuestra reflexión dejándonos iluminar por la cita bíblica inspiradora de nuestro mensaje: «Y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores» (Lc 2, 18). Deseo de forma sencilla, meditar en tres ideas a partir de este extracto de la Escritura:
3.    Primero: Saber Escuchar, «…y todos los que los escuchaban…». Jesús, el Mesías, es la señal esperada desde antiguo (Cfr. Is 7, 10-14) que ha venido a comunicarse con nosotros, para que seamos portadores y comunicadores de su mensaje de luz y salvación. Escucharle es lo primero, como María en contraste con Marta (Cfr. Lc 10, 38ss) es estar atentos para escuchar el mensaje de Jesús, y esto requiere una atención mucho más sutil y afinada; como en la música, para cantar o interpretar una melodía, se requiere de tiempo, preparación y de un sentido muy agudo de lo que se desea presentar; como Samuel cuando el Señor le llamó y gracias al apoyo de Elí pudo contestarle y servirle (Cfr. 1Sm 3, 10); como Elías cuando esperó a Dios en el estruendo, el fuego… y Él solo estaba presente en la suave brisa (1Re 19, 12ss), o el ciego de Jericó que escuchó hablar de Jesús de Nazaret y le reconoció como el Mesías (Mc 10, 46-47), escuchar es Ver.
4.    Respecto a lo anterior, nuestro venerable papa emérito Benedicto XVI, nos enseña:
“La fe está vinculada a la escucha. Abrahán no ve a Dios, pero oye su voz. De este modo la fe adquiere un carácter personal. Aquí Dios no se manifiesta como el Dios de un lugar, ni tampoco aparece vinculado a un tiempo sagrado determinado, sino como el Dios de una persona, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, capaz de entrar en contacto con el hombre y establecer una alianza con él. La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre (Lumen Fidei 8).
5.    La relación íntima con Dios y el crecimiento de la fe están intrínsecamente unidas a la escucha. Solo los humanos podemos escuchar, y unido a ello de forma necesaria, meditar y reflexionar aquello que hemos escuchado. Es decir, Dios es el Dios de vivos (Lc 20, 38), de los que escuchan, porque la escucha es de los vivos, y esto nos permite dar el paso a la alabanza. Sin embargo, se da el caso de que en esta época, especialmente, como en muchas otras, nos la pasamos distraídos entre tanta algarabía, con demasiadas ocupaciones, preocupaciones, angustias, distracciones y mucha gente a nuestro alrededor que, en últimas, si nuestra fe no se encuentra bien cimentada en Cristo nuestra roca firme (Mt 7, 24), corremos el riesgo de no ser diferentes en nada al pueblo de Belén. Escuchar es Actitud.
6.    Imaginémonos el panorama de Belén en el tiempo de la Natividad basándonos en el Evangelio de San Lucas: En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo, cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada; duraron de 4 a 6 días de viaje y encima en un asno, aproximadamente 120km de distancia. La Virgen embarazada. Y mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre.
7.    Muchos allí habían dejado aquella pequeña y noble población para superarse en la vida, deseaban crecer, aventura, viajes, entre otras cosas, y tener que volver obligados por el censo, les llevó necesariamente a buscar estadía mientras eran censados. Podemos imaginar la sobrepoblación, aquel pueblo que era tranquilo, afable, silencioso y de pocos habitantes, ahora estaba sobresaturado de gente con costumbres agregadas, hasta paganas tal vez y bastante bullicio. A María le tocó dar a luz a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos entre tanta algarabía (Cfr. cap. 2).
8.    Y nosotros podemos estar ignorándolo de la misma manera que los habitantes de Belén, porque tenemos nuestras posadas y nuestras casas llenas de gente que no nos permite recibir al salvador, nos ocultamos de la luz de Cristo en medio de un sinfín de ocupaciones y demás que no nos permiten escuchar a ese José y María que están llamando a la puerta para brindarnos a Jesús que desea llenar de luz nuestras vidas, porque es Él quien nos llama (Cfr. Ap 3, 20). Nuestro recordado San Juan Pablo II nos decía que “La luz que el hijo de Dios nos viene a traer: las tinieblas jamás podrán apagarla” (Mensaje Urbi et Orbi 2002). Lo único que podemos hacer para evitarla es vivir ocultos de ella, como lo hicieron Adán y Eva, que vivían en la luz, y al pecar, se escondieron de Dios, se alejaron de él (Cfr. Gn 3, 8). Escuchar es Luz.
9.    Segundo: Saber Admirar, «…quedaron admirados…». Hay una diferencia muy significativa entre mirar y admirar, la primera es para ver lo común, lo esperado, en pocas palabras, lo que sucede en cada período y ya conocemos: los regalos, el árbol de navidad, el pesebre, las canciones, los estrenos, las hallacas, entre otros. Pero “admirar” requiere al igual que la escucha, una atención especial, pues se refiere a algo considerado como extraordinario, de lo cual, jamás podría dejar de sorprendernos… y para nosotros, la natividad del Señor debe ser esa sorpresa siempre nueva, de un Dios que prefiere compartir lo básico con nosotros: alegría, amor, amistad, un abrazo… que venir con poder, riquezas y victorias junto a los considerados más grandes de la tierra. Mirar, es simplemente observar al que sufre, al que llora, al que se esfuerza sin obtener ayuda, al hambriento, al enfermo, al necesitado, sintiendo lástima por su situación. Admirar es actuar ante lo inesperado agradando a Dios, confiando en que es Él quien me da la oportunidad de hacer algo extraordinario en lo ordinario de la vida, porque nos ha escogido para ello.
10.     La ternura de este niño, no puede ser simplemente vista, debe ser admirada. No podemos perder la capacidad de admirar, porque ello significa maravillarnos en la sencillez y humildad de un Dios que se hace bebé. “Pues Él es nuestra Paz, que hizo de los pueblos uno... Y viniendo nos anunció la paz a los de lejos y la paz a los de cerca” (Ef 2,14-17).
11.     Tercero: Saber Pastorear, «…de lo que decían los pastores».  Los primeros en tener el privilegio de recibir la revelación celestial fueron unos pastores, hombres sencillos abiertos a la fe, posiblemente los únicos en aquella población apartados del bullicio, y tal vez, los más preparados en ese momento para escuchar, ya que, como pastores, estaban siempre alerta y con un oído bastante atento por si algún oso, lobo o león se acercaba al rebaño. Los pastores se convierten en mediadores del mensaje que sus oídos han escuchado. Son representantes del pueblo de Israel: por ellos se comunica la alegría a todo el pueblo (Cfr. Lc 2, 20). En este sentido, los pastores prefiguran la acción evangelizadora de la Iglesia apostólica y la de cualquier tiempo, podríamos decir que fueron los primeros catequistas.
12.     Una característica clara del pastor es ser a la vez jefe y compañero, guardián y guía, esto permite su cercanía con el niño recién nacido al recibir la noticia del ángel; su compromiso luego de haberle conocido y adorado, y el Amor con el que le anunciaron. Si no hubiese habido cercanía, si no hubiesen sido pastores de verdad, aquel encuentro de adoración y sencillez en el portal se habría desvanecido por la miseria de la distancia espiritual. En otras palabras, como advierte el Papa Francisco “La miseria más peligrosa es la lejanía de Dios” (Audiencia del 20 de Dic. 2014).
13.   Sólo me queda decirles que si nos imaginásemos a ese niño tierno en nuestros brazos, con esos ojos brillantes que crearon las estrellas, esas mejillas ruborizadas y esos labios rojos con los que sopló vida y dio aliento al ser humano, esas manitas tan indefensas con las que nos moldeó, ese rostro sonriente con el que busca una sonrisa llena de fe… creo que con un poco de ello, un poco de fe verdadera bastaría para que la navidad nazca en nuestras vidas. El Santo Padre recordó este 21 de diciembre que “un santo decía: ‘Tengo temor de que el Señor pase’. ¿Saben por qué tenía temor? Temor de no darse cuenta y dejarlo pasar”. Jesús nació para todos, pero la celebración de esta noche buena, es sólo para aquellos que escuchan con fe, admiran con esperanza y se atreven a pastorear con amor dando hasta lo imposible y mucho más a ejemplo de Jesús, Dios y hombre que no se cansa de nosotros. Con mi bendición y muy agradecido por el servicio tan hermoso que desempeñan, les deseo una:

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!

Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano


SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2014. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.