Diócesis de San
Cristóbal
Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA
MENSAJE DE CUARESMA
EL CATEQUISTA DEBE VOLVER A DIOS PARA CONOCER Y
APRECIAR MEJOR LA CRUZ DE JESÚS
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO
SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESUS EN LA IGLESIA DE SAN
CRISTOBAL
¡Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo
corazón…! (Jl 2, 12)
1.
Un saludo Fraterno para todos los catequistas, que con cariño
cada día criamos y formamos en la fe a los hijos que nuestra Madre la Iglesia
engendra, para transformarlos en los próximos “Cristo” que el mundo necesita
para alcanzar la paz y la unidad. Hoy, como el hijo pródigo, regresamos
nuevamente a casa, y ese camino de regreso se llama: “cuaresma”, no sólo la
mejor oportunidad para volver a los brazos de nuestro Padre Dios, brazos de
amor, de perdón, de misericordia, de esperanza, de alegría, de orgullo, a pesar
de nuestras innumerables debilidades; sino también la mejor decisión que tú y
yo podemos tomar para asumir nuestra condición de hijos y hermanos (cf. Lc 15,
11-32).
2.
Esta vivencia cuaresmal que reiniciamos, llega en un momento
necesario para arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar algo de nosotros
para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Y en ello, deseo plantear
que no es solo para quienes nos llamamos católicos; sino para toda persona que
desee recibir “la salvación de Dios” (cf. Lc 19, 10). Es así, como la cuaresma
se nos presenta como el mejor espacio para el perdón y la reconciliación
fraterna, donde nos damos la ocasión de aprender a conocer y apreciar más la
Cruz de Jesús fuente inagotable de salvación. Es en cuaresma en donde
aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de
la resurrección.
3.
El primer signo con el cual se da comienzo a la cuaresma es
con la imposición de la ceniza, se inicia una estación espiritual
particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente
para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del
Señor Jesús. Es aquí donde recordamos que la conversión es un volver a Dios, y
un sinónimo de ello es la palabra "penitencia", como cambio de
mentalidad, como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de
Cristo, donde se nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas (ayuno,
oración, limosna, perdonar a los hermano…) que nos ayudarán a parecernos más a
Jesús, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
4.
Las cenizas nos recuerdan: El origen del hombre: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra"
(Gn 2,7), y su fin: "hasta que
vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19). No en vano,
la raíz de la palabra "humildad" sea "humus" (tierra). La ceniza es un signo de humildad, nos
recuerda lo que somos: guardianes de todo lo creado, no asesinos destructores
del mismo.
5.
En Job (cf. Jb 42,6) la ceniza simboliza dolor y penitencia,
duele porque se ama, y se ama no solo en la gloria de la resurrección, sino en
el dolor de la cruz que nos lleva a esa felicidad. Si no hay determinación para
aceptar este mensaje y convertirnos de corazón en nuestras actitudes, muchas
veces relativas, en las que hacemos por espacios de tiempo el bien, y
justificamos nuestras malas acciones o ignoramos lo mal que actuamos en
diversas situaciones, en cada uno de nosotros, la ceniza no surtirá ningún
efecto transformador. Primero porque de por sí no tiene ningún efecto mágico, y
segundo, porque es signo externo de una determinación interior, de una decisión
que tomamos de comenzar el tiempo de Cuaresma para llegar a la Pascua muertos
al pecado, a nuestro orgullo, vanidad, egoísmo, envidias, críticas, corrupciones,
tibiezas, a nuestras debilidades y vicios.
6.
La ceniza es basura que se tira. Con nuestros pecados hemos
llegado a ser cizaña que se tira al fuego para ser quemada como basura, porque
nunca sirvió para nada, sólo supo dificultar el crecimiento del verdadero fruto
(cf. Mt 13, 24-30). Es Con nuestro pecado que llenamos el mundo de tristezas,
lágrimas y nos alejamos de nuestro Padre y de todos los que nos rodean. La
ceniza es tizne que mancha, polvo que se pisa, con nuestro pecado hemos
manchado a las personas que nos aman. Hoy, la ceniza tiene que indicar para
nosotros, no solo el inicio de la cuaresma la cual es tiempo de oración, ayuno,
penitencia, encuentro con Dios, encuentro con los demás; sino la hora de quemar
y tirar aquellas actitudes que obstaculizan nuestro compromiso de superación
para llegar a ser verdaderos “Cristo-cristianos” en la tierra.
7.
La liturgia de este día, nos propone en la primera lectura del
libro del profeta Joel un volver a Dios: «Vuélvanse a mí de todo corazón» (Jl
2, 12). Definitivamente no se podría formular de una forma más específica la
invitación que Dios nos hace para estos días de Cuaresma. Esta es la petición de
Dios a nosotros sus hijos, que en muchos momentos de nuestra vida nos
encontramos y vivimos lejos de él: “que volvamos”, no por deber, no de mala
gana o por miedo... sino de "todo corazón", escuchando el corazón y
permitiéndonos crecer, como indica el Santo Padre, en la “sapientia cordis - sabiduría del corazón” (Mensaje del papa
Francisco para la XXIII Jornada Mundial del Enfermo).
8.
Este volver de corazón, debe ir acompañado de la plegaria del
Salmista: «Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus
mandamientos» (Sal 50). Es en nuestro interior donde se alberga la
maldad, las injurias, la injusticia, el terrorismo del chisme y la crítica de
la que nos habla el santo Padre. No podemos pedir a nuestro Padre Dios que se
apiade de nosotros sin, necesariamente, implorar por un corazón nuevo, uno que
empiece a apiadarse de nuestros hermanos los pobres, los excluidos, despreciados
y marginados que creemos lejos, pero que están tan cerca de nosotros. Quién se
apiadará de ellos si tú siendo cristo-cristiano no sientes compasión. Catequistas
que no se toleran, ni se aman, ni se apoyan, prefieren no dirigir la palabra, juzgar
y buscar el mal; vivir la cuaresma y semana santa así, solo «serán como paja que lleva el viento»
(Sal 1, 4).
9.
San Pablo en la segunda carta a los corintios quiere animarnos
a asumir este cambio del corazón porque: «ahora es el tiempo favorable; ahora es el
día de la salvación» (2Co 6, 2), y esta salvación solo podrá ser
alcanzada desde la vivencia de la reconciliación. El apóstol nos invita a no
desaprovechar esta oportunidad, a no tirarla en saco roto (2Co 6, 1), porque no
podemos darnos el lujo de confiarnos en otra oportunidad. Cristo espera por
nosotros para continuar su obra de salvación. Ey!!! Presta atención, necesita
de ti para continuar su obra de salvación. No eres indispensable, pero si
necesario, no des más largas a dejarte guiar por Él.
10.
En el Evangelio de hoy
(cf. Mt 6, 1-6. 16-18), me atrevo a decir que lo aquí propuesto no es
precisamente lo más agradable para el mundo de hoy en día: hablar de cuaresma
es Oración, en un mundo que se olvida del trato íntimo y personal con Dios.
Hablar de cuaresma es Limosna, a pesar que cada día estamos siendo asediados
por el egoísmo y nuestros propios intereses que nos llevan a la corrupción y al
dinero fácil. Un mundo en el que hay retoños de solidaridad, pero donde hay
también mucha desunión y ensañamiento. Hablar de cuaresma es hablar urgentemente
de Ayuno a una impresionante cantidad de personas que se han olvidado del valor
del sacrificio (que no tiene que ver nada con el masoquismo). No es solo
abstención de alimentos, es descartar todo aquello que me impide volver de
corazón a Dios. A ti, ¿qué te lo está impidiendo? Piénsalo por favor.
11.
El Santo Padre Francisco, un gran evangelizador de nuestros
tiempos, nos ha escrito también, como todos los años, un mensaje de cuaresma
que invito a todos a buscarlo y leerlo. Por favor, no dejemos de leer, que
triste que quienes leen estos mensajes son todos los que no son católicos y que
por la lectura llegan a admirar al Papa y a sus pastores, pero que como Ghandi
y muchos otros, no se atreven a hacerse cristianos porque en nosotros no ven a
Cristo, y los que así nos llamamos cristianos católicos, no tomamos el interés
de nutrir nuestra mente, alma y corazón con la inagotable sabiduría que Cristo
le ha dejado a su Iglesia.
12.
Deseo resaltar de este
mensaje las tres ideas con las que el Papa nos invita a fortalecer nuestros
corazones (cf. St 5, 8). La primera: «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La
Iglesia. Aquí, el papa nos recuerda la comunión entre los que conformamos y
estamos al servicio de nuestra Madre la Iglesia, nos pide vencer toda
indiferencia y juntar nuestras fuerzas sin limitaciones, porque mis hermanos,
les informo que el diablo, el que divide, no está solo fuera en el mundo,
también va a la Iglesia a ver que corrompe con engaños y mentiras. La
segunda: «¿Dónde está tu
hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades. En este apartado, el
Santo Padre nos invita a vencer la
dureza de nuestros corazones llevando a la práctica todos los sentimientos de
la Iglesia Universal en nuestras realidades parroquiales y nuestras
comunidades. Más aún, coloca una fabulosa comparación invitándonos a ser islas
de amor en medio de un mar de indiferencia.
13.
En este sentido, me atrevo a colocar textualmente un trozo de
este punto que no puedo dejar pasar desapercibido: “Santa Teresa de Lisieux,
doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la
victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la
tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo,
mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14
julio 1897)”. La tercera: «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) –
La persona creyente. En esta última propuesta de vida que desarrolla el Papa,
nos pide que aprovechemos la Cuaresma para vivirla “como un camino de formación
del corazón”, teniendo presente “la fuerza de la oración”, los “gestos de
caridad” y “la conversión”, de manera que podamos realmente mostrar interés por
el otro. Allí, también el Papa nos da un compromiso “La iniciativa 24 horas”,
que debemos informarnos de ello y colocarlo en práctica los días 13 y 14 de
marzo.
14.
La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz
de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre
viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo. Mientras el
ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente:
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf. Mc1, 15) y "Acuérdate
de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf. Gn 3,19): un signo y unas
palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y
aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere
comunicarnos en la Pascua. Que estas expresiones sean el lema que guíe nuestras
vidas hacia una verdadera conversión cristiana, catequética y evangelizadora. La Cuaresma es escuchar de
nuevo la invitación de Dios: «Volved a mí de todo corazón». No lo olvides, y cada año nos lo
repetiré: ¡Se como Cristo! Porque Cristo vino al mundo para ser como Tú y Yo! Y
se hizo hombre para mostrarnos que no hay debilidad que no se pueda superar y
no hay amor que se pueda desechar.
15.
Que el Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, nos inspire siempre y
en todo momento lo que debemos hacer, pensar, decir, callar, escribir, incluso
lo que debemos sentir y vivir para buscar la Gloria de Dios, el bien de
nuestros hermanos y nuestra verdadera santificación. Con el gran aprecio que le
tengo a ustedes, mis hermanos catequistas, les brindo mi humilde bendición, esperando
que ustedes también me bendigan desde donde están con sus oraciones. Que Dios
les bendiga a todos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
Amén.
¡¡¡QUE DIOS NOS CONCEDA A TODOS UNA CUARESMA Y UNA
SEMANA SANTA VIVIDA, AMADA, SENTIDA Y CELEBRADA CON ACTITUDES DE VIDA. FELICES
PASCUAS!!!
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano
SAN CRISTOBAL, 18 DE FEBRERO DEL AÑO 2015. INICIO DE LA
CUARESMA