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Vicaría
de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA
MENSAJE DE NAVIDAD
EN EL REY HECHO NIÑO ENCONTRAMOS LA MISERICORDIA DE
DIOS
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO
SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL
«Y los pastores volvieron,
alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al
anuncio que habían recibido.» (Lc 2, 20)
1. Un saludo lleno de esperanza, paz y bondad para
todos los catequistas de nuestra amada Diócesis de San Cristóbal, esperando que
en este año de la Misericordia ya iniciado se manifieste la gracia y el poder
de Dios en nuestras vidas. Hoy ha llegado a nosotros el día tan anhelado en
este tiempo de preparación llamado Adviento. Hemos llegado a la Navidad. Y con
mucho cariño deseo reflexionemos en esta ocasión el cómo se llega a este
acontecimiento, cómo se vive y, cómo deberíamos luchar por mantenerlo de modo
permanente en nuestras vidas.
2. “Hoy nos ha nacido el Salvador” (Sal 95),
esta es la expresión que hoy como discípulos de Cristo estamos llamados a
compartir con el mundo entero, pues Aquél que es la Luz ha venido a disipar las
tinieblas que nos rodean y nos impiden poder reconocer el verdadero camino que
conduce a la paz (Cf Is 9, 1-3). Así, esta noticia requiere de una reflexión
sobre cómo nos hemos preparado para el nacimiento de Jesús en nuestros tiempos.
En tales circunstancias, si nuestro fin en Navidad no es hacerle ver a la
humanidad que el Hijo de Dios nació para estar con nosotros, entonces con gran
razón el mundo busca vivir lejos de Él, pues no lo hemos anunciado aún como se
debería.
3. En este sentido, deseo invitarnos a pensar
en cuatro ideas que podrían conducirnos, no solo a una meditación del
nacimiento de Jesús, sino también a ser capaz de convertirnos en
“Misericordiosos como el Padre” (Lc 6, 36) y brindarle a este mundo el apoyo
espiritual necesario para caminar por sendas de paz.
4. El primer elemento fundamental se refiere a
“el viaje”. María y José viajan a
Belén (Cf Lc 2, 4), Los Reyes Magos también emprenden esa marcha (Cf Mt 2,
1-2.8), los mismos pastores al recibir la noticia por medio del Ángel, salieron
a su encuentro (Cf Lc 2, 15-16). En fin, el nacimiento de Jesús nos compromete
necesariamente a un desplazamiento donde se contemple la preparación, el
recorrido y la llegada a esa meta: “encontrar al Rey hecho niño” quien decidió
habitar entre nosotros para iluminarnos con su resplandor y conquistarnos no
por sus fuerzas, sino por su ternura y fragilidad, condiciones las cuales,
hemos dejado de lado ante nuestros prójimos que hoy sufren tanto por nuestra
indiferencia, como si nuestro Rey no fuese Jesús, sino el demonio convertido en
dinero, egoísmos, lujos y placeres… olvidándonos del Dios humanado, presente en
cada hombre y mujer sufriente, esperando a que salgamos a su encuentro como
portadores de la Misericordia, la cual se supone tenemos y vivimos como
católicos que somos.
5. Todo viaje necesita de factores importantes
para partir: anuncio, acogida y disposición. Como cristianos hemos recibido, al
igual que la Santísima Virgen, el anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios en
nuestras vidas (Cf Lc 1, 26-31), solo es necesario aceptarle desde nuestro
arrepentimiento y conversión, tan necesarias para crecer como Iglesia peregrina,
llamada a auxiliar a todo aquél que le necesite. Sin embargo, es imperativo
resaltar en nuestro viaje la ausencia de sensibilidad y solidaridad humana a la
cual nos vemos expuestos. Nos preocupa más el precio del dólar o del petróleo
que el proceso de contaminación que está acabando con nuestra “casa común” – la
Tierra. Nos desespera más el precio del licor, las decoraciones y festividades
mundanas en esta época decembrina y a lo largo del año, que quienes pasan
hambre, se encuentran presos, privados de libertad, secuestrados, enfermos, en
medio de guerras, odio y discriminación de todo tipo. Piensa qué te preocupa y
sabrás qué clase de católico eres en este momento.
6. El segundo elemento es “La Natividad”, el nacimiento de Jesús
en nuestras vidas. Al respecto, el Papa Francisco ha dicho lo siguiente:
A
Dios no le gustan las imponentes revoluciones de los poderosos de la historia y
no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Al contrario, se hace
pequeño para atraernos con amor, para llegar a nuestros corazones con su bondad
humilde, para llamar la atención con su pobreza a los que se afanan en acumular
los falsos tesoros de este mundo (VATICANO, 18 Dic. 15 (ACI).
Jesús
nuestro Rey, nace para vivir aquí, con nosotros y entre nosotros. Celebramos su
nacimiento cada año porque aún existen muchas personas en este mundo, entre
ellos, abundantes cristianos de nombre que siguen dejando pasar de largo el
nacimiento del Salvador en sus vidas, distraídos en tantas cosas y activos en
nada. El nacer de Jesús en este mundo es nuestro nacimiento “quien no se hace
como niño, no podrá entrar al reino de los cielos” (Mt 18, 3). La Navidad es
esa oportunidad de volver a nacer. Podríamos entonces preguntarnos fácilmente:
¿nacemos con Jesús cada año a una vida más cristiana?
7. Un tercer elemento es “la Adoración”. Celebrar la memoria de la Natividad del Emmanuel (Cf
Mt 1, 23) y no adorarle, es como ir a una fiesta de cumpleaños y no acercarnos
a compartir con el agasajado. Adorar a Jesús es contemplar, y nosotros los
cristianos nos hemos olvidado de hacerlo. A cada momento vemos con los ojos del
cuerpo olvidándonos de observar con el alma. Cualquiera podría preguntarse en
este momento: ¿qué significa contemplar? Sencillamente es encontrar y admirar,
en aquello que se busca y ahora se puede ver, el amor y la misericordia de Dios
que sobrepasa cuánto imaginamos, pensamos, deseamos y, sobre todo, merecemos.
La actitud del encuentro y la contemplación para los cristianos no puede estar
lejos del amor, sino cercana a la misma necesidad de la acción evangelizadora
que conlleva gestos de misericordia (Cf Misericordiae
Vultus n. 9).
8. Uno de los detalles preciosos del logo del
año jubilar de la Misericordia es el color dorado que le colocaron al hombre
que es cargado por Jesús el Buen Pastor. Este color nos catequiza indicando que
es Jesús mismo quien nos devuelve nuestra semejanza a Dios Padre. Jesús, el
Buen Pastor, lleva sobre sus hombros a la humanidad. Con su amor cambia la vida
de las personas, con su misericordia saca a los hombres de la miseria del
pecado y transforma nuestras vestiduras (dignidad) en el color divino,
haciéndonos ver dignos hijos de Dios, no por nuestros méritos, sino porque nos
ha amado primero (Cf 1Jn 4, 10).
9. En el mundo de hoy, nos hace falta salir al
encuentro y contemplar la grandeza de Dios, ante tantos arrebatos de ira, intolerancia,
impaciencia; Dios está en cada ser humano para que podamos encontrarle y contemplarle
con misericordia. Recordemos que Jesús nació en una pesebrera, donde dormían
los animales, un espacio lo suficientemente inadecuado para un acontecimiento
tan hermoso como el nacimiento de un bebé. Es lamentable y con razón muchas
religiones y sectas en el mundo nos reprochan cuando contemplamos admirados un
pesebre en nuestros hogares y templos, pero cerramos nuestras miradas a las
verdaderas pesebreras (situaciones indignas y de desprecio) en las que se ven
envueltos nuestros prójimos y donde Jesús aún espera por nuestras actitudes.
10. El último elemento en esta meditación y, a
mi modo de ver, muy importante tener en cuenta es “la huida”. José y María se vieron obligados a huir a Egipto para
evitar que Herodes asesinara al niño (Cf Mt 2, 13-15). Ser cristiano es llevar
una vida de peregrino, caminando por este mundo en la búsqueda del Tesoro
escondido en cada prójimo que nos llevará al Reino de Dios (Cf Mt 13, 44). No
obstante, es necesario en nuestro caminar, estar muy alertas a tantos peligros
presentes por el príncipe de las tinieblas que busca nuestra pérdida y
condenación. Ante estos peligros, debemos huir. Es en esta noche buena que
estamos llamados a huir con ese niño lindo (que espero nazca en nuestras vidas)
libres de todo pecado, odio y división, para que esta Navidad no sea “falsa e
inútil” como dijo el Santo Padre Francisco, cargada de tanta apariencia que nos impide
caminar por sendas de paz (VATICANO, 19 Nov. 15 (ACI).
11. Si realmente queremos huir del
pecado y la maldad de este mundo, debemos empezar por inclinarnos a auxiliar a
nuestros hermanos más débiles, como el buen samaritano, que en su camino se
detuvo ante la aflicción de un pobre hombre que había sido asaltado (Cf Lc 10,
29-37), porque vivimos asaltados en todo momento, vivimos en una sociedad que
nos roba la dignidad de personas, de hijos de Dios, nos roba la paz, el derecho
a vivir, a tener una casa, un trabajo, unas condiciones dignas, a caminar por
las calles sin la zozobra de ser asaltados; vivimos en una sociedad que nos
roba el cuerpo para destruirlo con los vicios y placeres de la vida, condenando
nuestras almas a vivir lejos de Dios. Huyamos hermanos, huyamos de todo aquello
que busca robar tu ser Cristo.
12. Hace unos días atrás, nuestro
Obispo y Pastor celebró una hermosa Eucaristía en San Antonio del Táchira,
específicamente donde se han suscitado conflictos fronterizos con nuestros
hermanos colombianos. Todos los presentes pudieron redactar una carta para ser
enviada al Santo Padre, en la que, una frase muy especial, inspirada por el
Espíritu Santo, fue colocada allí: “Somos siameses en la fe”. Para ser más
específicos: siameses son aquellos gemelos cuyos cuerpos siguen unidos después
del nacimiento. Y referirlo en la fe, quiere decir que no tenemos fronteras
cuando Jesús nace en nuestros corazones. Tú y yo, ¿qué fronteras le hemos
puesto a nuestra fe cuando el mundo necesita ir más allá de la justicia e
imitar la Misericordia del Padre?
13. Para finalizar, confío en que cada uno de
nosotros asumirá en este Año de Misericordia el reto de ser “Misericordiosos
como el Padre”, no sólo de palabra, sino de actitud diaria, especialmente con
los más necesitados, inclusive con aquel que practica el mal, pues necesita de
nuestro testimonio y predicación. En esta noche buena que vamos a vivir,
recordemos que Navidad es tiempo para medir cuánto soy capaz de amar, puesto
que la fe es cuestión de amor y el amor es servicio, es la responsabilidad de
que ese niño lindo que está por nacer en nuestras vidas, sea protegido de todo
pecado que quiera asesinarle dentro de nosotros; es también la responsabilidad
de permitirle crecer en nuestras vidas con todos los cuidados y privilegios que
se merece, pues viene a darlo todo por ti y por mí. Invito a todos los
catequistas a que profundicemos en nuestra tarea evangelizadora la práctica de
las obras de misericordia, pero empezando por tener misericordia entre nosotros
mismos, para luego manifestarlo a los demás en esas obras espirituales y
corporales que estamos llamados a vivir y reforzar en este año. Con mi
bendición y muy agradecido por el servicio tan hermoso que desempeñan, les
deseo una:
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!
Pbro. Juan
Carlos Gómez Yanez
Su hermano
SAN
CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2015. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.