domingo, 24 de diciembre de 2017

MENSAJE DE NAVIDAD 2017 JESÚS SÓLO QUIERE ESTAR EN NUESTROS BRAZOS PARA QUE LE MOSTREMOS AL MUNDO LA GRANDEZA DEL VERDADERO AMOR



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Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE NAVIDAD
JESÚS SÓLO QUIERE ESTAR EN NUESTROS BRAZOS PARA QUE LE MOSTREMOS AL MUNDO LA GRANDEZA DEL VERDADERO AMOR

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor» (Lc 2,9).

  1. Deseo extender mi saludo de fe y esperanza para todos mis hermanos catequistas dispersos a lo largo y ancho de nuestra amada Diócesis de San Cristóbal, elevando una oración a Dios, nuestro Padre celestial para que cada día podamos ser comunidad de paz y amor, pues nuestro mayor anhelo es la comunión la cual es el corazón de la toda la Iglesia. Ciertamente hemos vivido en la actualidad diversas situaciones que atentan contra la comunión de eclesial, contra nuestra propia fe, buscando fracturar y corromper la esperanza de sus miembros; se hace necesario, no sólo reflexionar, sino, a su vez, comprometernos a actuar, llevando los mismos sentimientos de Cristo (Cf. Flp 2,5) a nuestras vidas cristianas y a todo aquél que lo necesite, cumpliendo así con la misión encomendada: hacer presente el Reino de Dios en la Tierra (Cf. Lc 9,2).
  2. Llegado el día tan esperado por todos, luego de una preparación espiritual a través de la escucha asidua de la Palabra de Dios, la corona de Adviento, la confesión y comunión, las novenas de aguinaldo, la canastilla al niño Dios, y otras tradiciones de nuestra piedad popular, debemos interiorizar si estamos suficientemente preparados para recibir en nuestros corazones al autor de la vida. Pues, el nacimiento de Jesús no es un destapar un niño simbólico en un pesebre. Va mucho más allá, significa dejarme seducir por la ternura de un Dios que se hace infante para estar con nosotros.
  3. Hemos de dejarnos sorprender por el gran poder de Dios, que no quiere hacer alarde de su condición Divina, sino que quiere hacerse como nosotros para vivir y acompañarnos en todo momento sin importar las dificultades. Es el Rey que se hace niño para estrecharnos en su infinito amor. Qué hermoso sería el mundo si nos dejáramos tocar por este mensaje, pues a la final, todo es amor, amor de Dios para nosotros.
  4. Quiero destacar de la primera lectura del día de hoy del profeta Isaías (9, 1-3.5-6) esa profecía tan hermosa en la que el profeta señala que: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció” (Is 9,1). Hemos caminado por un año de sombras y tinieblas que nos han afectado en todos los sentidos, nuestras parroquias en muchas ocasiones han tenido que padecer la desesperanza de quienes, estando al servicio de ella, han caído junto a los demás en la división, el odio o el resentimiento, inclusive la desesperación, colocando en duda el gran poder de Dios, abandonando muchas veces la oración, y dejando de iluminar a aquellos que necesitan creer y que sólo lo pueden hacer si ustedes y yo nos mantenemos como testigos de la luz (Cf. Jn 1, 6-8).
  5. Por este y muchos otros motivos, celebramos cada año la navidad, para recordarnos especialmente a nosotros los cristianos que somos testigos de la luz, somos esos nuevos pastorcitos que cada año nos acercamos a ese Belén que debe ser nuestras comunidades eclesiales y parroquias, con el fin de adorar a aquel que es la luz que nunca se apaga ni se opaca, ni por la oscuridad del pecado, ni siquiera por nuestra incredulidad (Cf. Lc 2, 8-17). Ojalá entendamos que Jesús, el Hijo de Dios, no deja de nacer, mientras exista un cristiano que crea en Él, o existan hombres y mujeres que necesiten de su nacimiento en sus vidas. Nuestro salvador tiene por nombre “príncipe de la paz”, sin límites, pues su amor desea hacerse presente en toda la humanidad. Por ello reflexiono lo siguiente: si ese es el deseo de Dios, no habrá nadie que pueda detener esta profecía de amor, simplemente imploremos a Dios nuestro Padre, que su reino se haga desde ya presente en medio de nosotros.
  6. Ahora bien, ¿cómo hacer presente el Reino de Dios? No se trata de que Jesús venga y lo imponga, es necesario que nosotros, sus testigos, lo ayudemos a instaurar, como dice el salmo 95: Cantando una nueva canción, una llena de esperanza entre tantos lamentos; proclamando su amor y maravillas, en medio de tantas dudas, miedos e incertidumbres; haciendo retumbar de alegría a nuestra región a pesar de tantas tristezas; y regocijándonos porque, si grandes son nuestras dificultades ahora, entonces imagínense lo inmensas que van a ser nuestras alegrías cuando Jesucristo venga nuevamente en Gloria y majestad. Por eso, para que el mundo crea, tenga esperanza y jamás se rinda ante la tentación y el pecado, hemos de ser nosotros quienes, desde nuestra experiencia viva con Cristo, les mostremos la Luz que consume la miseria y el mal en nuestras vidas, y nos llena de su gozo.
  7. Sin embargo, es necesario prestar mucha atención a la carta que el apóstol Pablo dirige al querido hermano Tito (2, 11-14), pues en ella nos exhorta a renunciar a la irreligiosidad, es decir, a llevar una vida en la que mostramos al mundo que somos verdaderos cristianos, pues mostramos a todos la superficialidad que aleja a otros de la luz y la salvación; y a los deseos mundanos, de los cuales nos hemos dejado seducir, cayendo en tantas injusticias que solo terminan por fracturar y tergiversar nuestra fe, los valores y buenas costumbres, mostrando la miseria en la que es capaz de caer el hombre cuando se olvida de Dios, miseria traducida en odio, violencia, corrupción de todo tipo, contrabando, y toda una cadena de horrores que desembocan en el egoísmo, la avaricia y el olvido de que somos hermanos venezolanos, hijos de Dios por encima de cualquier otro tipo de distinción, miembros de una sola familia, y llamados a vivir de manera justa y fiel a Dios.  
  8. Es por ello que, en esta noche buena, Santa e irreprochable por el Amor de Cristo que lo supera todo, el Evangelio (Lc 2, 1-14) nos recuerda que esa luz que es el mismo Jesucristo, quién nos envuelve para quitarnos el frío del miedo y la desesperanza que nos ha entumecido, para recuperar nuestra fuerza que nace de la fe y del amor de Dios, y para proclamar al mundo que el Hijo Santo de Dios sí existe y nace en cada hombre y mujer que es capaz de renunciar de una vez por todas a todo lo que no es paz. Basta ya de negarnos a nosotros mismos ser posada (morada) donde Jesús quiere nacer. Basta ya de negarle a otros el conocer a Jesús. Hemos sido elegidos por Dios para ser catequistas, y un catequista es testigo de la luz, un catequista no está solo, debe recordar que somos muchísimos los que existimos en el mundo y oramos los unos por los otros, para que ninguno decaiga, para que nadie olvide su verdadera misión, que no es enseñar a memorizar unas oraciones repetidas para poder acceder a un sacramento, sino que, su verdadera misión es mostrarle a los demás que conocer a Jesús es lo más sublime y lo más importante, pues su luz nos ayuda a caminar por cañadas oscuras, y vencer las dificultades (Cf. Sal 22).
  9. Nuestro Pastor y Guía Monseñor Mario Moronta, nos recuerda en su mensaje de navidad que, debemos celebrar este tiempo como la fiesta del amor, el amor hecho obra, caridad, solidaridad entre los hermanos, recordando que no es necesario tener mucho para compartir, lo necesario es tener fe para dar, pues Jesús nos enseña que hay más alegría en dar que en recibir (Cf. Hch 20, 35). Debemos ser “una Iglesia en salida, pobre para los pobres, una Iglesia que hace presente la realidad del Dios-con-nosotros… reafirmando con María, con José, que somos también discípulos de Jesucristo”.
  10. Mis amados hermanos, como quisiera seguir meditando con ustedes tan hermosos misterios, sin embargo, siempre quedaríamos cortos al significado que verdaderamente poseen. No me queda de otra sino recordarles que ser cristiano es: recibir la Palabra de Dios en nuestras vidas, hacerla realidad en el servicio, y tener presente que el mejor servicio que estamos llamados a ofrecer es mostrar a los demás a Cristo, luz y salvación para todo hombre, quien no acerca a otros a Jesús, no está sirviendo verdaderamente a su Rey. Este nuevo año que se avecina debe ser para asumir el reto de ser catequistas de verdad por encima de toda dificultad.
  11. Por último, deseo que hoy te convenzas que el milagro que la catequesis necesita para mejorar su tarea evangelizadora está tanto en tus manos como en las mías, Jesús confía en nosotros, confía tanto, que se arriesgó a hacerse niño para que seamos nosotros quiénes le mostremos y le presentemos al mundo a Aquél que está dispuesto a llenarnos del verdadero amor y paz. Apreciados catequistas del Táchira, la tarea es dura, pero no imposible, la navidad nos recuerda que para Dios nada es imposible (Cf. Lc 1, 37). Hagamos presente el milagro que Dios ha hecho en nuestras vidas: elegirnos para ser cristianos-discípulos-misioneros.
Con mi bendición fervorosa y exhortándoles a reforzar nuestro servicio tan hermoso que día a día Dios desea que vivamos, les deseo una:

¡FELIZ NAVIDAD 2017 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2018 MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!


Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y servidor

Catequistas Delegados Vicariales de Catequesis


SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2017. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.


lunes, 21 de agosto de 2017

FIESTA DE SAN PÍO X PATRONO DEL CATEQUISTA MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA 2017 LA COMUNIÓN ES EL CORAZÓN Y EL TESORO DE LA IGLESIA


FIESTA DE SAN PÍO X
PATRONO DEL CATEQUISTA
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«La Comunión es el corazón y el tesoro de la Iglesia»

1. Un saludo de paz y bien, cargado de fe y esperanza para todos mis hermanos catequistas, portadores y herederos de la misión de transmitir la fe a aquellos que anhelan y necesitan conocer a Jesús, nuestro Salvador. En el día de hoy, la Iglesia hace memoria de nuestro patrono el Papa San Pío X (1903), quien abrió las puertas a una renovación de la catequesis en la vida de la Iglesia. 

2. Como de costumbre, cada 21 de agosto conmemoramos con gozo el Día del Catequista y, aprovechamos la oportunidad para meditar a la luz de la riqueza de los escritos de San Pío X, del Santo Evangelio y del Magisterio de la Iglesia, nuestro servicio como “DISCÍPULOS MISIONEROS” en nuestras comunidades eclesiales. 

3. Muchos recuerdan a nuestro Patrono San Pío X, como el Papa que permitió la comunión a los niños. Pero no tenemos presente que también, por medio de la encíclica “Acerbo nimis” planteó una catequesis dirigida hacia los adultos, dictando reglas detalladas para que se llevara a cabo. El Santo Padre exhortó a la Iglesia de ese momento, y en especial a los catequistas, a que la catequesis fuese una transmisión no reducida a lo memorístico e histórico, sino también expresada en una experiencia de fe. Es por ello que, las lecturas del día de hoy nos indican cómo esa experiencia de fe se encuentra de manera plena en la comunión (común - unión) del cristiano con sus hermanos, con Cristo y su Iglesia. 

4. Así, vemos en la primera lectura del libro de Jueces (2, 11-19) al pueblo de Israel empeñado en perder la comunión con Yahvé, fruto de la distorsión de la fe, causada por poner su corazón en otros intereses, muchos de ellos contrarios a la Alianza que sus padres habían hecho con Dios. Es así como el abandono del pueblo hacia Dios por la idolatría, trajo consigo la sumisión del pueblo por parte de sus enemigos. Sin embargo, Dios no les abandona, hace surgir jueces que les salvaran de sus enemigos “pues se conmovía ante los gemidos que proferían bajo el yugo de sus opresores” (Jc 2, 18), pero al morir el juez, volvían a su conducta extraviada. 

5. Esta experiencia del pueblo de Israel nos hace pensar en nosotros, catequistas, quiénes como los jueces, hemos sido elegidos por Dios para instruir a su pueblo y alejarlo del camino de la tentación, de la perdición y condenación, que solo trae llanto y desesperación, división y odios entre hermanos. Por eso, nuestra tarea no puede solo ser la de instruir, hemos sido elegidos por una experiencia de fe viva, por una relación íntima con Dios, la cual se supone que tenemos y los demás necesitan para creer en Él. Eso no nos exime de caer en el miedo del profeta Elías (Cf. 1Rey 19,11-13), en las tristezas de Pablo (Cf. Rm 9,1-5) o en las dudas de Pedro (Cf. Mt 14,22-33), pero sí nos permite elegirle por encima de todo, confiar y arriesgarnos con ÉL. 

6. En el Evangelio de hoy, según San Mateo (19, 16-22), Jesús es interceptado por un joven rico, un joven extraordinario, no por sus riquezas materiales, sino porque reconoce a Jesús como el maestro bueno, además, cumple fielmente los mandamientos de la ley de Dios, algo que puede cuestionar fácilmente nuestras vidas, ¿cuántos de nosotros cumplimos los mandamientos de esta manera? Este joven estaba tan cerca de la vida eterna que ofrece nuestro Padre celestial a los que le aman, sólo una cosa le faltaba: “ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme” (19,21). 

7. Tristemente este joven tenía su corazón en los tesoros de este mundo (riquezas materiales que no estaba preparado para abandonar), por ello, se retiró triste, porque jamás pensó que para ser perfecto y alcanzar la vida eterna, debía cambiar sus posesiones para poder seguir a Jesús. Poner por encima de todo las riquezas de este mundo, nos aíslan y nos llevan a darle la espalda a Dios, a nuestros hermanos, y nos conducen por un camino egoísta cada vez más lejano de la vida eterna. No podemos concebir una Iglesia individualista, donde cada catequista quiere hacer de la catequesis un modelo de enseñanza personal, apartado de sus hermanos. El corazón del catequista debe tener por tesoro a sus hermanos catequistas; el corazón del catequista debe tener a Jesús como centro y riqueza inagotable. Así, el corazón del catequista no tendrá límites para amar y dar la vida por sus hermanos (Cf. Jn 15,13). 

8. Así mismo, nuestro Patrono San Pío X nos advertía de una realidad que el mundo padece a cada momento: “Nuestro mundo sufre un mal: la lejanía de Dios. Los hombres se han alejado de Dios, han prescindido de Él en el ordenamiento político y social. Todo lo demás son claras consecuencias de esa postura” (De la Carta Encíclica E Supremi Apostolatus). Esa lejanía de Dios es nuestra responsabilidad atender, nuestra tarea diaria, tenemos la misión de atraer a los hombres a Dios, no podemos esperar que otros lo hagan, Cristo y su Iglesia nos lo ha confiado, por eso debemos decirle basta a tantas deserciones en nuestra Iglesia, causadas por una catequesis meramente intelectualizada que busca como fin la recepción del sacramento y olvida el seguimiento de Jesús. Es por ello que, después de tantas primeras comuniones y confirmaciones masivas, nuestros muchachos desaparecen de la Iglesia, y nuestros adultos no se ven motivados a acercarse a Ella. 

9. Hoy pedimos por intercesión de nuestro patrono, que nosotros catequistas, ayudemos a reconciliar al mundo con Dios. Que estemos para sembrar la paz y el amor de Cristo, y no los intereses paganos de tantas ideologías que hoy llevan a muchos catequistas a enfrentarse con otros hermanos como si nunca hubieran conocido el amor de Cristo que nos apremia (Cf. 2Cor 5,14). Tengamos pues un verdadero corazón de catequistas, cuyo tesoro es Cristo, su Evangelio y la vivencia del amor en la comunión como hermanos; que nada nos divida, que nada nos separe, y que todo nos fortalezca para que el día en que Dios nos llame, podamos disfrutar con satisfacción de esa tierra que mana leche de justicia y miel de paz. Que San Pío X interceda ante el Señor para que seamos todos: catequistas con una personal e íntima relación con Cristo, fundamento de nuestras vidas. 

10. Colocamos nuestro servicio bajo la protección amorosa de nuestra Madre Santísima, María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación, y de nuestro Santo Cristo del Rostro Sereno para que nos bendiga y nos guarde siempre, les deseamos un feliz día del Catequista: los delegados vicariales del secretariado diocesano de catequesis y su director, recordándoles que lo esencial de la catequesis y la fe se trata de aprender lo que Jesús nos enseñó para vivir como Jesús vivió; no basta saber más, hay que vivir más y así nuestro testimonio será ese amor que renueva todo, Dios les bendiga. Los Delegados Vicariales
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y compañero en el ministerio catequético.
«No escatimaré ni cuidado, ni trabajo, ni ardientes plegarias por la salvación de las almas. Mi esperanza está en Cristo». San Pío X

miércoles, 1 de marzo de 2017

MENSAJE DE CUARESMA 2017 - ¡…Renuévame por dentro con espíritu firme! (Sal 50, 12)







Diócesis de San Cristóbal
Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE CUARESMA 2017
SIN UNA VIDA ESPIRITUAL PERDEMOS NUESTRO SENTIDO

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESUS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTOBAL

¡Renuévame por dentro con espíritu firme! (Sal 50, 12)

1.      Un saludo lleno de paz, bondad y reconciliación para todos ustedes mis hermanos catequistas, que con tanto cariño se esfuerzan para vivir interiormente la fe y luego transmitirla a quienes anhelan ser como Jesús. Una vez más, el Dios de la misericordia nos permite volver nuestra mirada hacia Él en este tiempo de cuaresma que hoy retomamos a través de su Iglesia. Nos invita a vivir el perdón y la reconciliación, para llegar a la Pascua con el anhelo de servirle como Discípulos Misioneros (Cf. EG 14), haciendo presente su Reino en nuestras comunidades eclesiales.
2.      Junto a las lecturas de la Palabra de Dios, somos invitados nuevamente a meditar en nuestras vidas esa relación de amor en la que Dios, infinitamente enamorado de su humanidad, nos prolonga su misericordia de día en día hasta la eternidad (Jer 31, 3). Nuestros templos volverán a recibir a tantos hijos pródigos que se han alejado del Padre y, mi reflexión, va para todos nosotros sus hermanos mayores, quienes debemos recibirles no con mentalidad de obrero, como lo hizo el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, pues su actitud solo demostró una justicia laboral, dejando de lado su vínculo con su hermano perdido. No aceptó a su hermano porque no había trabajado o vivido como él en la viña de su padre; sin embargo, el hermano mayor, se dedicó tanto al trabajo con los obreros, que se olvidó de compartir con su padre, aun estando en la misma casa. No le produce alegría el regreso de su hermano menor, y esto debe ser motivo de introversión para nosotros, quienes estamos llamados a recibir a aquel que viene desde las periferias del mundo, y mostrarle el rostro misericordioso del Padre, la vivencia y experiencia de aquel que es AMOR y que estamos llamados a imitar en todo momento (Cf. Lc 15, 11-32).
3.      Mahatma Gandhi, dijo una vez: “la persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”. Para poder entonces reconciliar al mundo con Dios, debemos darle ejemplo de reconciliación. Por este motivo, meditemos sobre la reconciliación en nuestro camino de conversión. Pensemos que, para reconciliarnos con Dios, debemos vivir un proceso cuaresmal, que tenga presente en primer lugar: la reconciliación personal, en segundo lugar: la reconciliación comunitaria y, por último, en la cima de este camino: la reconciliación con Dios. No podemos seguir saltando peldaños, privándonos de una verdadera relación con Jesucristo y su Padre en el Espíritu Santo. Por eso, es mejor, que empecemos a interiorizar este mensaje.
4.      Reconciliación: esta palabra, que viene del hebreo kaphar (כָּפַר), entre sus traducciones, nos indica: convertirse, cambiar de sentimientos. Ciertamente los seres humanos estamos llamados a una fe madura llena de sabiduría que nos sostenga en una plena conversión (Cf. 1Cor 2, 6); sin embargo, para que esto inicie, debemos dejarnos guiar por los sentimientos de Cristo (Cf. Flp 2,5), los cuales nos permitirán desplazar aquellas emociones que perturban la paz y concordia de nuestra vida espiritual. ¿Cómo adquirir estos sentimientos? Una reconciliación personal es necesaria en nuestras vidas.
5.      Reconciliación Personal: el apóstol de los gentiles (San Pablo), no alcanzó la conversión de su vida por tener su mirada en Jesús; todo lo contrario, estaba en guerra con todos aquellos que, siendo judíos, ahora se convertían en cristianos. Por eso emprende su rumbo a Damasco, con el fin de sepultar la Iglesia de Cristo (Cf. Hch 9). Pero qué golpe se lleva Pablo al ser sorprendido por el mismo Jesucristo, quien interpela su vida tan perfecta con la siguiente expresión: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9, 4). Su radicalismo e idealismo se desmorona en segundos ante la presencia real del Rey de Reyes, la verdadera fe por primera vez le es transmitida de manera íntegra por quien dio su vida por nosotros. Fue un golpe al espíritu de Pablo, fue el inicio de una reconciliación personal con sus sentimientos, su vida, su pensar, para darse cuenta que anduvo ciego para Dios y vidente para su mundo, el mundo de la ley.
6.      Pablo, como muchos de nosotros, heredamos de Adán la visión maliciosa y limitada por el pecado: “y se les abrieron los ojos” (Gn 3, 7). Tuvo que quedar ciego para poder revisarse interiormente, para cuestionar su persecución. Todos perseguimos a alguien a través del otro, pero no hemos identificado que ese alguien es Jesucristo. No hemos abierto los ojos a la misericordia de Dios. Es necesario el ayuno, la oración y la limosna, sin prescindir de ninguna, para abrir los ojos y darnos cuenta a quien perseguimos, reconciliarnos con nosotros mismos y poder ser instrumentos reales de paz.
7.      Reconciliación Comunitaria: quien se ha reconciliado consigo mismo, está preparado para tocar la vida del otro sin lastimarla. Está preparado para tratarle como hermano y orientarle en el seguimiento de Jesús. Debemos preguntarnos quiénes son nuestros hermanos, y en especial, los pródigos, pues a ellos debemos buscarles y tratarles como nuestro Padre lo desea: con amor y misericordia. Pensemos en nuestros hogares, nuestra comunidad, nuestros hermanos catequistas y catequizandos.
8.      Es tan difícil de creer que tengamos catequistas tan duros de corazón que siguen siendo indiferentes a la comunión de la Iglesia, que preparan lejos de su parroquia a catequizandos por lucro o por falso compromiso aislados de su parroquia y de sus hermanos catequistas. Pero más increíble aún, es que nos creemos cristianos, cuando muchos, sin serlo, actúan mejor que nosotros imitando a Jesús. Razón tiene el santo Padre al condenar el escándalo que generamos los cristianos con una doble vida, vamos a Misa, pertenecen a movimientos o grupos católicos, somos catequistas, pero no vivimos de acuerdo al Evangelio de Jesús, y este escándalo destruye nuestra sociedad, nuestra Iglesia, nuestra reconciliación. La Madre Teresa de Calcuta nos invita a preguntarnos: si se nos pasa el tiempo juzgando al otro, “¿cuándo vamos a tener tiempo para –reconciliarnos con él–, para amarle?”.
9.      Reconciliación con Dios: el Santo Padre Francisco, en su homilía del 10 de febrero del presente año, el cual les invito a leer, nos habla refiriéndose al pasaje del libro del Génesis sobre la tentación, dándonos un gran consejo para vencerla, no escondernos de Dios, si te escondes, si te vas solo a la batalla sin Él, vas a perder, «en la tentación no se dialoga, se reza: “Ayuda, Señor, soy débil, no quiero esconderme de ti”». La cuaresma nos permite revisar el estado de nuestra relación con Dios, y cambiarlo, mejorarlo, retomar ese trato íntimo y espiritual. No puede existir vida cristiana sin espiritualidad. Necesitamos enamorarnos de Dios, pues con ello, no volveremos a lastimarnos o lastimar a otros.
10.   Llevamos la cruz en nuestro rostro: por el bautismo cuando nos signaron como hijos adoptivos de Dios, por la confirmación cuando nos ungieron en la frente como testigos de su amor, por la ceniza como arrepentimiento y conversión, pero nos falta llevarla en nuestras vidas como enamorados que realmente deseamos imitarle en su amor. El Papa Francisco en su mensaje cuaresmal nos ha invitado a redescubrir que el otro es un don de Dios que no puedo dejar de lado en mi camino de salvación. ¿Quieres que Dios te ame? Ama, ¿quieres que Dios te perdone? Perdona, ¿quieres que Dios te acompañe? Acompaña. No hay nada que hagas por el otro en sumo bien, que Dios no haga por ti.  Ojalá, nos mueva el amor a Dios y no nuestros intereses, pues donde hay amor y paz, es porque hay un cristiano que imita a Jesús. Pero, donde hay guerra y división, seguramente habrá un cristiano que aún no ha experimentado la reconciliación. Como decía San Francisco de Asís: “pecamos en común, nos santificamos en común y nos salvamos en común”. Con el gran aprecio que les tengo a ustedes, mis hermanos catequistas, les brindo mi humilde bendición, esperando que ustedes también me bendigan desde donde están con sus oraciones. Que Dios les bendiga a todos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
QUE DIOS NOS CONCEDA A TODOS UNA CUARESMA Y UNA SEMANA SANTA LLENA DE RECONCILIACIÓN Y ABUNDANTE CONVERSIÓN PARA ALCANZAR LA SANTIDAD Y HACER BRILLAR NUESTRA IGLESIA.
¡FELICES PASCUAS!
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
 Su hermano

Delegados de catequesis de la diócesis
Sus Servidores 


SAN CRISTOBAL, 1 DE MARZO DEL AÑO 2017. INICIO DE LA CUARESMA