lunes, 21 de agosto de 2017

FIESTA DE SAN PÍO X PATRONO DEL CATEQUISTA MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA 2017 LA COMUNIÓN ES EL CORAZÓN Y EL TESORO DE LA IGLESIA


FIESTA DE SAN PÍO X
PATRONO DEL CATEQUISTA
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«La Comunión es el corazón y el tesoro de la Iglesia»

1. Un saludo de paz y bien, cargado de fe y esperanza para todos mis hermanos catequistas, portadores y herederos de la misión de transmitir la fe a aquellos que anhelan y necesitan conocer a Jesús, nuestro Salvador. En el día de hoy, la Iglesia hace memoria de nuestro patrono el Papa San Pío X (1903), quien abrió las puertas a una renovación de la catequesis en la vida de la Iglesia. 

2. Como de costumbre, cada 21 de agosto conmemoramos con gozo el Día del Catequista y, aprovechamos la oportunidad para meditar a la luz de la riqueza de los escritos de San Pío X, del Santo Evangelio y del Magisterio de la Iglesia, nuestro servicio como “DISCÍPULOS MISIONEROS” en nuestras comunidades eclesiales. 

3. Muchos recuerdan a nuestro Patrono San Pío X, como el Papa que permitió la comunión a los niños. Pero no tenemos presente que también, por medio de la encíclica “Acerbo nimis” planteó una catequesis dirigida hacia los adultos, dictando reglas detalladas para que se llevara a cabo. El Santo Padre exhortó a la Iglesia de ese momento, y en especial a los catequistas, a que la catequesis fuese una transmisión no reducida a lo memorístico e histórico, sino también expresada en una experiencia de fe. Es por ello que, las lecturas del día de hoy nos indican cómo esa experiencia de fe se encuentra de manera plena en la comunión (común - unión) del cristiano con sus hermanos, con Cristo y su Iglesia. 

4. Así, vemos en la primera lectura del libro de Jueces (2, 11-19) al pueblo de Israel empeñado en perder la comunión con Yahvé, fruto de la distorsión de la fe, causada por poner su corazón en otros intereses, muchos de ellos contrarios a la Alianza que sus padres habían hecho con Dios. Es así como el abandono del pueblo hacia Dios por la idolatría, trajo consigo la sumisión del pueblo por parte de sus enemigos. Sin embargo, Dios no les abandona, hace surgir jueces que les salvaran de sus enemigos “pues se conmovía ante los gemidos que proferían bajo el yugo de sus opresores” (Jc 2, 18), pero al morir el juez, volvían a su conducta extraviada. 

5. Esta experiencia del pueblo de Israel nos hace pensar en nosotros, catequistas, quiénes como los jueces, hemos sido elegidos por Dios para instruir a su pueblo y alejarlo del camino de la tentación, de la perdición y condenación, que solo trae llanto y desesperación, división y odios entre hermanos. Por eso, nuestra tarea no puede solo ser la de instruir, hemos sido elegidos por una experiencia de fe viva, por una relación íntima con Dios, la cual se supone que tenemos y los demás necesitan para creer en Él. Eso no nos exime de caer en el miedo del profeta Elías (Cf. 1Rey 19,11-13), en las tristezas de Pablo (Cf. Rm 9,1-5) o en las dudas de Pedro (Cf. Mt 14,22-33), pero sí nos permite elegirle por encima de todo, confiar y arriesgarnos con ÉL. 

6. En el Evangelio de hoy, según San Mateo (19, 16-22), Jesús es interceptado por un joven rico, un joven extraordinario, no por sus riquezas materiales, sino porque reconoce a Jesús como el maestro bueno, además, cumple fielmente los mandamientos de la ley de Dios, algo que puede cuestionar fácilmente nuestras vidas, ¿cuántos de nosotros cumplimos los mandamientos de esta manera? Este joven estaba tan cerca de la vida eterna que ofrece nuestro Padre celestial a los que le aman, sólo una cosa le faltaba: “ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme” (19,21). 

7. Tristemente este joven tenía su corazón en los tesoros de este mundo (riquezas materiales que no estaba preparado para abandonar), por ello, se retiró triste, porque jamás pensó que para ser perfecto y alcanzar la vida eterna, debía cambiar sus posesiones para poder seguir a Jesús. Poner por encima de todo las riquezas de este mundo, nos aíslan y nos llevan a darle la espalda a Dios, a nuestros hermanos, y nos conducen por un camino egoísta cada vez más lejano de la vida eterna. No podemos concebir una Iglesia individualista, donde cada catequista quiere hacer de la catequesis un modelo de enseñanza personal, apartado de sus hermanos. El corazón del catequista debe tener por tesoro a sus hermanos catequistas; el corazón del catequista debe tener a Jesús como centro y riqueza inagotable. Así, el corazón del catequista no tendrá límites para amar y dar la vida por sus hermanos (Cf. Jn 15,13). 

8. Así mismo, nuestro Patrono San Pío X nos advertía de una realidad que el mundo padece a cada momento: “Nuestro mundo sufre un mal: la lejanía de Dios. Los hombres se han alejado de Dios, han prescindido de Él en el ordenamiento político y social. Todo lo demás son claras consecuencias de esa postura” (De la Carta Encíclica E Supremi Apostolatus). Esa lejanía de Dios es nuestra responsabilidad atender, nuestra tarea diaria, tenemos la misión de atraer a los hombres a Dios, no podemos esperar que otros lo hagan, Cristo y su Iglesia nos lo ha confiado, por eso debemos decirle basta a tantas deserciones en nuestra Iglesia, causadas por una catequesis meramente intelectualizada que busca como fin la recepción del sacramento y olvida el seguimiento de Jesús. Es por ello que, después de tantas primeras comuniones y confirmaciones masivas, nuestros muchachos desaparecen de la Iglesia, y nuestros adultos no se ven motivados a acercarse a Ella. 

9. Hoy pedimos por intercesión de nuestro patrono, que nosotros catequistas, ayudemos a reconciliar al mundo con Dios. Que estemos para sembrar la paz y el amor de Cristo, y no los intereses paganos de tantas ideologías que hoy llevan a muchos catequistas a enfrentarse con otros hermanos como si nunca hubieran conocido el amor de Cristo que nos apremia (Cf. 2Cor 5,14). Tengamos pues un verdadero corazón de catequistas, cuyo tesoro es Cristo, su Evangelio y la vivencia del amor en la comunión como hermanos; que nada nos divida, que nada nos separe, y que todo nos fortalezca para que el día en que Dios nos llame, podamos disfrutar con satisfacción de esa tierra que mana leche de justicia y miel de paz. Que San Pío X interceda ante el Señor para que seamos todos: catequistas con una personal e íntima relación con Cristo, fundamento de nuestras vidas. 

10. Colocamos nuestro servicio bajo la protección amorosa de nuestra Madre Santísima, María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación, y de nuestro Santo Cristo del Rostro Sereno para que nos bendiga y nos guarde siempre, les deseamos un feliz día del Catequista: los delegados vicariales del secretariado diocesano de catequesis y su director, recordándoles que lo esencial de la catequesis y la fe se trata de aprender lo que Jesús nos enseñó para vivir como Jesús vivió; no basta saber más, hay que vivir más y así nuestro testimonio será ese amor que renueva todo, Dios les bendiga. Los Delegados Vicariales
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y compañero en el ministerio catequético.
«No escatimaré ni cuidado, ni trabajo, ni ardientes plegarias por la salvación de las almas. Mi esperanza está en Cristo». San Pío X