martes, 25 de diciembre de 2018

MENSAJE DE NAVIDAD 2018 “DIOS QUIERE UNA HISTORIA CONTIGO”



Diócesis de San Cristóbal
 Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE NAVIDAD 2018
“DIOS QUIERE UNA HISTORIA CONTIGO”

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre» (Lc 2,12).

  1. Un saludo de Paz y Bien para la gran familia de catequistas al servicio de nuestra amada Diócesis de San Cristóbal y extendida en todos los rincones de nuestra Iglesia Local, recordándoles que hemos comenzado a prepararnos con fe a la celebración de los 100 años de renovación de nuestra diócesis en Espíritu y Verdad para el año 2022, y teniendo presente que sólo la comunión en la obediencia, servicio y entrega a nuestra Iglesia, a nuestro Pastor Monseñor Moronta y a las normas de nuestro II sínodo diocesano, nos garantizarán el mejor desempeño en nuestra labor de formar cristianos católicos santos.
  2. Hoy más que nunca se nos pide dar razón de nuestra esperanza (Cf. 1Pe 3,15), en un mundo en el que: Compartir, ser Honestos y ser Justos, se ha vuelto relativo a causa del egoísmo, la corrupción y la indiferencia ante los valores éticos y morales y las buenas costumbres que conducen a la sana convivencia de los ciudadanos en todas sus expresiones (Cf. Lc 3, 10-18). Sin embargo, este escenario no es ajeno al tiempo en el que Jesucristo, el Hijo del Padre, vino al mundo. Su nacimiento careció también del compartir fraterno de los habitantes de Belén, así como del sentido de honestidad y justicia que debía llevarles a atender y dar prioridad a una mujer embarazada. Aun así, el Mesías prometido nace con un propósito: cambiar nuestra historia, tener una historia con nosotros en la que, a pesar de nuestras debilidades, Él nos salva de la condenación eterna.
  3. El pueblo de Israel esperaba a un Mesías salvador que aplastara con su poder a todo aquel que se interpusiese en su historia, nadie esperaba a un Mesías niño, lleno de la humildad y sencillez que tanta falta nos hace para ser realmente buenos cristianos. Por ese motivo, se hace indispensable reflexionar sobre la cita bíblica elegida para este mensaje: «Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre» (Lc 2,12). Una señal es una expresión visible que encierra un mensaje, y esa señal de Dios para con los hombres ha sido su propio Hijo amado. ¿Quién se atrevería a confiarle su hijo a una humanidad tan distorsionada por el individualismo y el relativismo ético? Sólo Dios es capaz de hacerlo, porque así como ama a su Hijo, nos ama a nosotros, pues fuimos creados a imagen y semejanza suya (Cf. Gn 1, 27).
  4. El corto versículo que hemos elegido encierra un significado profundo, el ángel le anuncia a los pastores, es decir, a la humanidad, cómo reconocer al verdadero Mesías. En primer lugar, les indica que el Mesías no es un hombre grande y fuerte como Sansón, no, es un niño como David, porque en la Sagrada Escritura las mejores expresiones de fe y de salvación que el pueblo de Israel ha vivido, se encuentran en la figura de un niño: Isaac, Jacob, José, Moisés, Samuel, David, hasta el mismo Juan el Bautista en el vientre de su madre reconoce al Salvador. Ya lo dirá el mismo Jesús: «En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos» (Mt 18, 3). Jesús no sólo lo dijo, se encarnó y lo mostró con su nacimiento. Nos señala que es en la familia, en el hogar de Nazaret donde todo nace y resplandece, no existe otro lugar y otra forma mejor de venir al mundo que en un hogar. Es por ello que la Iglesia ha asumido desde siempre la protección de la familia en contra de todo aquello que atenta contra su existencia, identidad e integridad. ¿Cómo podrá continuar la humanidad si la familia se distorsiona? Es como pretender reemplazar de una vez por toda el agua por otro líquido como el refresco, así como suena absurdo, de la misma forma el aborto, el divorcio, y otras muchas expresiones que atentan contra la familia son mucho más absurdas y nos condenan a la extinción de nosotros mismos y de la Encarnación de Jesús en nuestras vidas.
  5. De la misma manera, dentro de lo absurdo, es igualmente necesario reflexionar nuestro quehacer como catequistas formadores de cristianos. No podemos seguir catequizando únicamente niños, ignorando tanta indiferencia por parte de los adultos y que afecta la formación de los pequeños y jóvenes, deteriorando poco a poco la institución que desde el principio de la creación Dios ha conservado, aún a pesar del pecado: “la familia”. Se hace cada vez más necesaria la catequesis de adultos y de familia, no sólo cumpliendo con pequeñas charlas introductorias a la catequesis. Debemos ir más allá, «remar mar adentro» (Cf. Lc 5,4), hacia las aguas profundas que ponen en peligro los hogares de nuestra sociedad. Qué hermoso es poder celebrar la alegría de santificar tantas parejas en situación irregular por falta de una fe sólida. Hermanos catequistas, somos ustedes y yo quiénes estamos más cerca que nadie de la familia, y por ende, tenemos la responsabilidad como Iglesia de acercarles, incluirlos, y brindarles fe, la fe verdadera, la que une y da fortaleza para salir victorioso de las dificultades.
  6. Otra de las señales que nos da el Evangelio para reconocer al Mesías, es que lo verán «envuelto en pañales», la Virgen María y San José fueron quienes cubrieron su cuerpo, “un Dios encarnado en nuestra débil carne humana”, no cuesta mucho imaginarlo, todos sabemos lo frágil que es un niño, especialmente ante las inclemencias del frío. Lo envolvieron para protegerlo, cuidarlo, darle calor. No podemos hacer menos hermanos, estamos llamados a proteger la inocencia y la fragilidad de los más pequeños y débiles de nuestra sociedad, que pasan frío, hambre, que están cautivos incluso de manera injusta, que están enfermos, que necesitan que alguien también los envuelva con su amor. No podemos seguir pensando que somos catequistas simplemente porque enseñamos la fe en un salón, no existe idea más errada que esta. Catequista es aquel que es modelo de santidad para otros, es quien enseña con su vida cómo es ser otro Jesús en la tierra. Catequista es aquel que construye la paz, que siembra reconciliación, amor, perdón, que ora, que da pan a los hambrientos, que vive las obras de misericordia. Qué bien nos haría a todos poder hacer este examen de conciencia antes de entrar a dar catequesis en nuestros ambientes de enseñanza.
  7. Por último, el ángel específica el sitio exacto donde está, los pastores no se van a perder como los Reyes Magos, pues el sitio lo conocen muy bien, lo encontrarán «recostado en un pesebre», ese Niño salvador está al alcance de ellos, en medio de ellos, en una pesebrera, no había lugar para Él y sus padres entre los habitantes de Belén, Jesús tuvo que nacer en una pesebrera, y desde allí nos ha enseñado que nace en el lugar más humilde y sencillo, limpio de tanto materialismo y comodidad que estorba y nos hace desviarnos de lo verdaderamente importante: el nacimiento del Salvador. Hoy aún muchos niños no encuentran verdaderamente dónde nacer, luchan por sus vidas ante tantas situaciones difíciles que vivimos en nuestra sociedad, especialmente en nuestros hospitales y sistemas de salud.
  8. Pero también hoy, se hace necesario que nuestras parroquias y nuestras vidas comiencen a ser un pesebre, viviendo limpios de todo aquello que estorba en nuestro servicio, y dedicándonos a lo verdaderamente importante: la atención de todos aquellos que hoy necesitan esperanza, no de palabra, sino de hechos. De nada sirve tanta metodología para dar catequesis si los hogares de quiénes están formándose como cristianos se destruyen a cada segundo. De nada sirve reglas para parecernos estrictos y que tomamos en serio la catequesis como si fuera una sistema escolar, si nos olvidamos de los grandes sufrimientos que acechan a los hogares de nuestros catequizandos. Por favor, les ruego, dejemos de ver la catequesis como una escuela, dejemos de vernos como directores o profesores, y comencemos a ser modelos de santidad y de vida cristiana. Jesús siendo Dios se hizo niño para enseñarnos que no existe mayor poder y autoridad que el amor. Así como lo dice el Santo Padre: “La Navidad, que ya está cerca, es la fiesta del encuentro entre Dios y el ser humano” (P.P Francisco, 2013). Dejémonos entonces encontrar por su amor.
  9. Hoy más que nunca, elevo mi oración por cada catequista, especialmente nuestros catequistas venezolanos, para que seamos capaces de vivir una historia con Aquél que creó la historia, pues el hecho de encarnarse en nuestra humanidad, en la ternura y fragilidad de un niño, nos señala que su deseo es tener una historia de amor y de paz contigo y conmigo. Oro por tantos catequistas y catequizandos que han salido del país, a su debido momento volverán, pero mientras tanto, donde quiera que estén, no olviden que allí también Dios está escribiendo su historia con ustedes. El mismo Santo Padre nos da palabras de esperanza como la de hoy en su especial bendición Urbi et Orbi: “Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población” (P.P Francisco, 2018).
Con mi bendición fraterna e invitándoles cada día a fortalecer nuestro servicio tan hermoso que día a día Dios nos da la oportunidad de prestarlo sin merecerlo, les deseo una:

¡FELIZ NAVIDAD 2018 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2019 MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!


Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y servidor

Catequistas Delegados Vicariales de Catequesis


SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2018. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.