Diócesis de San Cristóbal
Vicaría
de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA
MENSAJE DE NAVIDAD 2018
“DIOS QUIERE UNA HISTORIA CONTIGO”
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO
SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL
«Esto les servirá de señal:
encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre» (Lc 2,12).
- Un saludo de Paz y Bien para la gran
familia de catequistas al servicio de nuestra amada Diócesis de San
Cristóbal y extendida en todos los rincones de nuestra Iglesia Local, recordándoles
que hemos comenzado a prepararnos con fe a la celebración de los 100 años
de renovación de nuestra diócesis en Espíritu y Verdad para el año 2022, y
teniendo presente que sólo la comunión en la obediencia, servicio y
entrega a nuestra Iglesia, a nuestro Pastor Monseñor Moronta y a las
normas de nuestro II sínodo diocesano, nos garantizarán el mejor desempeño
en nuestra labor de formar cristianos católicos santos.
- Hoy más que nunca se nos pide dar
razón de nuestra esperanza (Cf. 1Pe 3,15), en un mundo en el que:
Compartir, ser Honestos y ser Justos, se ha vuelto relativo a causa del
egoísmo, la corrupción y la indiferencia ante los valores éticos y morales
y las buenas costumbres que conducen a la sana convivencia de los
ciudadanos en todas sus expresiones (Cf. Lc 3, 10-18). Sin embargo, este
escenario no es ajeno al tiempo en el que Jesucristo, el Hijo del Padre,
vino al mundo. Su nacimiento careció también del compartir fraterno de los
habitantes de Belén, así como del sentido de honestidad y justicia que
debía llevarles a atender y dar prioridad a una mujer embarazada. Aun así,
el Mesías prometido nace con un propósito: cambiar nuestra historia, tener
una historia con nosotros en la que, a pesar de nuestras debilidades, Él
nos salva de la condenación eterna.
- El pueblo de Israel esperaba a un
Mesías salvador que aplastara con su poder a todo aquel que se
interpusiese en su historia, nadie esperaba a un Mesías niño, lleno de la
humildad y sencillez que tanta falta nos hace para ser realmente buenos
cristianos. Por ese motivo, se hace indispensable reflexionar sobre la
cita bíblica elegida para este mensaje: «Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales
y recostado en un pesebre» (Lc 2,12). Una señal es una expresión
visible que encierra un mensaje, y esa señal de Dios para con los hombres
ha sido su propio Hijo amado. ¿Quién se atrevería a confiarle su hijo a
una humanidad tan distorsionada por el individualismo y el relativismo
ético? Sólo Dios es capaz de hacerlo, porque así como ama a su Hijo, nos
ama a nosotros, pues fuimos creados a imagen y semejanza suya (Cf. Gn 1,
27).
- El corto versículo que hemos elegido
encierra un significado profundo, el ángel le anuncia a los pastores, es
decir, a la humanidad, cómo reconocer al verdadero Mesías. En primer
lugar, les indica que el Mesías no es un hombre grande y fuerte como
Sansón, no, es un niño como David, porque en la Sagrada Escritura las
mejores expresiones de fe y de salvación que el pueblo de Israel ha vivido,
se encuentran en la figura de un niño: Isaac, Jacob, José, Moisés, Samuel,
David, hasta el mismo Juan el Bautista en el vientre de su madre reconoce
al Salvador. Ya lo dirá el mismo Jesús: «En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños,
nunca entrarán en el Reino de los Cielos» (Mt 18, 3). Jesús no sólo lo
dijo, se encarnó y lo mostró con su nacimiento. Nos señala que es en la
familia, en el hogar de Nazaret donde todo nace y resplandece, no existe
otro lugar y otra forma mejor de venir al mundo que en un hogar. Es por
ello que la Iglesia ha asumido desde siempre la protección de la familia
en contra de todo aquello que atenta contra su existencia, identidad e
integridad. ¿Cómo podrá continuar la humanidad si la familia se
distorsiona? Es como pretender reemplazar de una vez por toda el agua por
otro líquido como el refresco, así como suena absurdo, de la misma forma
el aborto, el divorcio, y otras muchas expresiones que atentan contra la
familia son mucho más absurdas y nos condenan a la extinción de nosotros
mismos y de la Encarnación de Jesús en nuestras vidas.
- De la misma manera, dentro de lo
absurdo, es igualmente necesario reflexionar nuestro quehacer como catequistas formadores de cristianos. No podemos
seguir catequizando únicamente niños, ignorando tanta indiferencia por
parte de los adultos y que afecta la formación de los pequeños y jóvenes, deteriorando
poco a poco la institución que desde el principio de la creación Dios ha
conservado, aún a pesar del pecado: “la familia”. Se hace cada vez más
necesaria la catequesis de adultos y de familia, no sólo cumpliendo con
pequeñas charlas introductorias a la catequesis. Debemos ir más allá, «remar mar adentro» (Cf. Lc 5,4),
hacia las aguas profundas que ponen en peligro los hogares de nuestra sociedad.
Qué hermoso es poder celebrar la alegría de santificar tantas parejas en
situación irregular por falta de una fe sólida. Hermanos catequistas,
somos ustedes y yo quiénes estamos más cerca que nadie de la familia, y por
ende, tenemos la responsabilidad como Iglesia de acercarles, incluirlos, y
brindarles fe, la fe verdadera, la que une y da fortaleza para salir
victorioso de las dificultades.
- Otra de las señales que nos da el
Evangelio para reconocer al Mesías, es que lo verán «envuelto en pañales», la Virgen María y San José fueron
quienes cubrieron su cuerpo, “un Dios encarnado en nuestra débil carne
humana”, no cuesta mucho imaginarlo, todos sabemos lo frágil que es un
niño, especialmente ante las inclemencias del frío. Lo envolvieron para
protegerlo, cuidarlo, darle calor. No podemos hacer menos hermanos,
estamos llamados a proteger la inocencia y la fragilidad de los más
pequeños y débiles de nuestra sociedad, que pasan frío, hambre, que están
cautivos incluso de manera injusta, que están enfermos, que necesitan que
alguien también los envuelva con su amor. No podemos seguir pensando que
somos catequistas simplemente porque enseñamos la fe en un salón, no
existe idea más errada que esta. Catequista es aquel que es modelo de
santidad para otros, es quien enseña con su vida cómo es ser otro Jesús en
la tierra. Catequista es aquel que construye la paz, que siembra
reconciliación, amor, perdón, que ora, que da pan a los hambrientos, que
vive las obras de misericordia. Qué bien nos haría a todos poder hacer
este examen de conciencia antes de entrar a dar catequesis en nuestros
ambientes de enseñanza.
- Por último, el ángel específica el
sitio exacto donde está, los pastores no se van a perder como los Reyes
Magos, pues el sitio lo conocen muy bien, lo encontrarán «recostado en un pesebre», ese Niño
salvador está al alcance de ellos, en medio de ellos, en una pesebrera, no
había lugar para Él y sus padres entre los habitantes de Belén, Jesús tuvo
que nacer en una pesebrera, y desde allí nos ha enseñado que nace en el
lugar más humilde y sencillo, limpio de tanto materialismo y comodidad que
estorba y nos hace desviarnos de lo verdaderamente importante: el
nacimiento del Salvador. Hoy aún muchos niños no encuentran verdaderamente
dónde nacer, luchan por sus vidas ante tantas situaciones difíciles que
vivimos en nuestra sociedad, especialmente en nuestros hospitales y
sistemas de salud.
- Pero también hoy, se hace necesario
que nuestras parroquias y nuestras vidas comiencen a ser un pesebre,
viviendo limpios de todo aquello que estorba en nuestro servicio, y
dedicándonos a lo verdaderamente importante: la atención de todos aquellos
que hoy necesitan esperanza, no de palabra, sino de hechos. De nada sirve tanta
metodología para dar catequesis si los hogares de quiénes están formándose
como cristianos se destruyen a cada segundo. De nada sirve reglas para
parecernos estrictos y que tomamos en serio la catequesis como si fuera
una sistema escolar, si nos olvidamos de los grandes sufrimientos que
acechan a los hogares de nuestros catequizandos. Por favor, les ruego,
dejemos de ver la catequesis como una escuela, dejemos de vernos como
directores o profesores, y comencemos a ser modelos de santidad y de vida
cristiana. Jesús siendo Dios se hizo niño para enseñarnos que no existe
mayor poder y autoridad que el amor. Así como lo dice el Santo Padre: “La
Navidad, que ya está cerca, es la fiesta del encuentro entre Dios y el ser
humano” (P.P Francisco, 2013). Dejémonos entonces encontrar por su amor.
- Hoy más que nunca, elevo mi oración
por cada catequista, especialmente nuestros catequistas venezolanos, para
que seamos capaces de vivir una historia con Aquél que creó la historia,
pues el hecho de encarnarse en nuestra humanidad, en la ternura y fragilidad
de un niño, nos señala que su deseo es tener una historia de amor y de paz
contigo y conmigo. Oro por tantos catequistas y catequizandos que han
salido del país, a su debido momento volverán, pero mientras tanto, donde
quiera que estén, no olviden que allí también Dios está escribiendo su
historia con ustedes. El mismo Santo Padre nos da palabras de esperanza
como la de hoy en su especial bendición Urbi et Orbi: “Que este tiempo de bendición le permita a
Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la
sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a
los sectores más débiles de la población” (P.P Francisco, 2018).
Con mi bendición fraterna e invitándoles cada día a fortalecer
nuestro servicio tan hermoso que día a día Dios nos da la oportunidad de
prestarlo sin merecerlo, les deseo una:
¡FELIZ
NAVIDAD 2018 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2019
MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y servidor
Catequistas
Delegados Vicariales de Catequesis
SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2018.
FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.