martes, 25 de febrero de 2020

MENSAJE DE CUARESMA 2020 - «…y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes». (2Co 5, 20a)



DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL
VICARÍA DE PASTORAL
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE CUARESMA 2020
TIEMPO PARA RETOMAR EL CAMINO DEL TESTIMONIO

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«…y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes». (2Co 5, 20a)

1. Un saludo lleno de paz y bien para la gran familia de catequistas de nuestra Iglesia en Salida, llena de Gracia y Bendición en medio de las adversidades. Deseo que este tiempo de salida misionera esté acompañado por el testimonio de una fe viva y eficaz que proclame al mundo el mensaje del Kerygma, de la Buena Noticia de Jesús a todos los pueblos de nuestra región.
2. Nuestro amado Padre Dios, a través de su Iglesia, única, santa, católica y apostólica, nos brinda cada año un tiempo de conversión y purificación intensa, en el que se nos invita a realizar una profunda revisión de nuestra vida, nuestras actitudes y criterios a la hora de actuar y, en especial, una marcada penitencia interior que nos conduzca a fortalecer nuestra voluntad hacia una decisión firme de emprender un verdadero camino de renovación cristiana, en donde lo que se busca, es que estemos lo suficientemente preparados para la gran celebración de la Pascua.
3. Como dije en mi mensaje del año pasado, “qué bueno es estar en Cuaresma, porque es en este tiempo donde nos ejercitamos espiritualmente y sacamos lo mejor de nosotros en el servicio fraterno, sin máscaras ni ataduras, ojalá viviéramos la cuaresma (conversión) en todo momento” (Mensaje de Cuaresma 2019). Y porque es bueno este tiempo, es necesario que lo vivamos y le hagamos saber a todas las personas donde quiera que estemos, el bien que nos hace ser partícipes de este tiempo, especialmente con el ayuno, la oración y la limosna (Cf. Mt 6, 1-6. 16-18). En este sentido, les invito a que reflexionemos juntos, a la luz de la Palabra de Dios de este miércoles de ceniza, tres aspectos importantes que considero oportunos en estos tiempos en que vivimos, a saber: un llamado, un arrepentimiento y una exhortación.

UN LLAMADO
4. En la primera lectura de este día, el profeta Joel, nos presenta un texto de llamamiento a la penitencia, en el cuál espera que el pueblo entre en la dinámica del arrepentimiento a través del luto, ayunos, lágrimas, llanto, y mortificaciones. Este fue el estilo que la Iglesia adoptó en los siglos V y VI d.C, con la llamada penitencia canónica, la cual iniciaba con un rito penitencial para iniciar los cuarenta días de preparación y conversión hacia la Pascua. Este era un día muy importante para aquellos que se iniciaban en la penitencia cuaresmal antes de ser admitidos a la reconciliación el día de Jueves Santo. Este dato curioso nos lo confirma el
llamado Sacramentario Gelasiano del siglo VII, uno de los más antiguos libros litúrgicos de la tradición romana.
5. Este rito se sitúa el miércoles que precede al domingo primero de Cuaresma. Por eso será llamado «Miércoles de Ceniza». Ese día, después de haber oído en privado la confesión del penitente, el obispo, en un acto litúrgico solemne, impone las manos sobre la cabeza de los penitentes, les cubre de ceniza, les hace vestir de cilicio —una especie de vestimenta hecha con pelo de cabra— y les invita a emprender un camino de penitencia y de conversión. Al final de la celebración, los penitentes son expulsados de la Iglesia y entran a formar parte del grupo —el «orden de los penitentes»—. El rito de reconciliación tenía lugar el día jueves Santo.
6. Aunque este no es un tiempo de obligación penitencial, sino de convicción, hoy más que nunca sigue siendo un momento propicio para recordar que somos necesitados de conversión y que, dentro de esta dinámica es necesaria la reconciliación a través de la penitencia, con la cual demostramos nuestro sincero arrepentimiento en este Misterio de amor que Dios siente por nosotros. El Papa Francisco, en su mensaje de Cuaresma de este año —el cual les invito a leer—, nos llama a buscar el Kerygma, teniendo presente, que su aceptación es un dejarse salvar una y otra vez por el único Dios que arriesga todo por nosotros, pues somos su imagen y semejanza aquí en la tierra (Cf. Gn 1, 26-27). Así mismo, el Santo Padre nos dice que: “…este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso” (P. Francisco, Mensaje de Cuaresma 2020).

UN ARREPENTIMIENTO
7. Este tiempo cuaresmal que iniciamos, nos permitirá vivir cara a cara con el Señor crucificado y resucitado, parafraseando las palabras del Santo Padre, en el que nos descubrimos amados sin merecerlo, y nosotros aún sin amarle, o como decía el padre seráfico San Francisco de Asís: “el amor no es amado”, y no es amado porque el mundo no tiene modelos de enamorados de Cristo a quién imitar. Imagínense entonces por qué nuestros catequizandos salen de la catequesis en muchas ocasiones sin amor a Cristo. Hoy, junto al salmista podemos decir: “Misericordia, Señor, hemos pecado” (Sal 50), hemos pecado de desamor hacia Ti y a nuestro juramento de colaborar en la construcción del Reino de Dios.
8. Dejemos entonces que nuestra alma verdaderamente entre en contacto con el Señor, a través de su guía, inspiración, para poder prepararla digna y agradablemente a su presencia. Pongámonos en sintonía con Dios nuestro Padre, así como el hijo pródigo, arrepintiéndonos verdaderamente de nuestras fallas, levantándonos y colocándonos en camino hacia su encuentro, dispuestos a ser verdaderamente sus hijos y habitar en su casa como Él se lo merece. Vale la pena preguntarse: ¿de qué necesito arrepentirme para volver a la casa de nuestro Padre Dios?

UNA EXHORTACIÓN
9. Por último, la invitación es a comunicar nuestra vida en Cristo. La vida en Cristo se comparte; si eres cristiano, lo eres a tiempo completo, en la fe, la esperanza y la caridad hacia los más necesitados de la tierra. Las obras de misericordia son la verdadera expresión de una vida cristiana íntima con el Señor. Esta es la Salida Misionera de la cual nuestro Padre y Pastor Monseñor Mario Moronta nos ha invitado a vivir en este año de la Iglesia en Salida, invitándonos a “experimentar el amor de comunión, reafirmar nuestra conciencia del compromiso social y ser levadura de solidaridad y fraternidad, al estilo de los primeros cristianos que todo lo ponían en común y nadie pasaba necesidad de ningún tipo” (Moronta, Mensaje de Cuaresma 2020).
10. Sé que cada día vivimos tiempos más duros y difíciles, pero créanme que esto es bueno, este es el tiempo propicio para que ustedes y yo mostremos la fe de la que estamos hechos, cómo dirá el apóstol Santiago “muéstrame tu fe sin obras que yo te mostraré mis obras con fe” (Stg 2,18). El mundo saldrá de la oscuridad, si ustedes y yo salimos de ella primero y nos disponemos a vivir una vida verdaderamente cristiana, sin medias tintas ni tibiezas. Mis queridos hermanos catequistas, como dice San Pablo “ay de mí si no predico el evangelio” (1Cor 9, 16). ¿Qué estamos predicando? Porque esto no se trata de sacerdotes y religiosos, si los sacerdotes caemos es porque no hemos contado con laicos que nos cuiden. Cuiden sus sacerdotes, cuídenlos como su tesoro más precioso, porque el sacerdote es el único que hace presente a Cristo en la Eucaristía, a pesar de sus debilidades (Cf. Hb 5, 1-4), ¿tú qué haces? Oras por él por lo menos, ¿hablas con él? ¿O te dedicas a hablar de él?
11. Esto realmente se trata de todos, también de laicos, y en especial de catequistas, el más grande ejército que tiene la Iglesia en todos los rincones de la tierra. No seamos cristianos heridos, seamos más bien cristianos sanados por el amor de Cristo, dispuestos a ayudar a otros a sanar las heridas que le separan de la salvación y vida eterna.
12. Finalizados estos cuarenta días, todos ayudaremos a Jesús a cargar la cruz de los pecados del mundo, le acompañaremos en su pasión y muerte, y resucitaremos con Él a una vida nueva, esforcémonos porque todos los que estén a nuestro alcance, no sólo en nuestra comunidad, inclusive en nuestras redes sociales, se sientan motivados a acercarse al Señor Jesús, pues como decía San Francisco de Asís: “pecamos en común, nos santificamos en común y nos salvamos en común”. Con el gran amor de pastor que les tengo, y unido a nuestro Obispo Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, les invito a dar lo mejor, no sólo en esta cuaresma, sino en nuestro servicio, pues tengo la certeza de que los catequistas somos los centinelas de la fe de la Iglesia. Les brindo mi humilde bendición, esperando que ustedes también me bendigan desde todos los rincones de nuestra diócesis con sus oraciones. Que Dios les bendiga a todos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.

QUE DIOS NOS CONCEDA A TODOS UNA CUARESMA Y UNA SEMANA SANTA LLENA DE CONVERSIÓN PARA QUE NUESTRA PASCUA SEA UNA VENEZUELA LLENA DE FE, ESPERANZA, JUSTICIA, AMOR Y PAZ.
¡FELICES PASCUAS!
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
 Su hermano
SAN CRISTÓBAL, 26 DE FEBRERO DEL AÑO 2020. INICIO DE LA CUARESMA