sábado, 25 de diciembre de 2021

MENSAJE DE NAVIDAD 2021 Y EL ETERNO AMOR DE DIOS BAJÓ HASTA NOSOTROS

 




Diócesis de San Cristóbal

Vicaría de Pastoral

SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS

VENEZUELA

 

MENSAJE DE NAVIDAD 2021

Y EL ETERNO AMOR DE DIOS BAJÓ HASTA NOSOTROS

 

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS

EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

 

«un niño nos ha nacido…, con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino» (Is 9, 1-6)

 

1.      ¡Hoy nos ha nacido el Salvador! Y deseo que esta expresión sea una experiencia viva y eficaz en nuestros corazones, en nuestras vidas, en cada hogar, comunidad, parroquia, y especialmente en nuestra catequesis. Pienso que el nacimiento de Jesús va mucho más allá de una celebración o acontecimiento, es el hacer presente su amor en cada ser humano, para que, junto a Él, nazca la verdadera justicia, paz y reconciliación que tanto necesita la humanidad. Es por ello, que este Misterio de amor, comunión y salvación, nos permite meditar y reflexionar nuevamente, desde un nuevo Belén – nuestra vida –, que siempre puede ser una historia de amor con Dios.

2.      Una Historia de Eterno Amor que mira hacia la luz.

Quiero iniciar este mensaje navideño, con esta primera idea, enseñada en todo el capítulo 54 del profeta Isaías, y condensada en lo siguiente: el amor de Dios por nosotros es ETERNO, y ese amor es luz, su luz disipa la oscuridad de nuestras vidas y nos permite crecer en la virtud, lo cual no es otra cosa sino vivir más como Jesús. Necesitamos alejarnos de tantos vicios, que nos alejan de Dios, sobre todo, aquellos que nos llevan a ser indiferentes, mezquinos, soberbios, vengativos, en otras palabras, nos conducen lejos de quien está dispuesto a amarnos para siempre, y merece ser amado por nosotros.

3.       Viene a mi mente, en este momento, aquella frase de San Francisco de Asís: “el amor no es amado”. Siempre me ha encantado, y no me canso de meditarla. Hermano catequista ¿Dios es amado eternamente por ti? ¿Siquiera es amado e iluminado con tu vida?  ¿Le has abierto lugar en ti? O eres un posadero más en Belén que le dice al Señor: “lo siento, no tengo posada, no tengo espacio, porque si lo tuviera, tu presencia ocuparía un lugar que me hace falta para ocuparlo en otra cosa que no seas Tú”. Justamente por esto último, José y María no encontraron habitación para dar a luz a su Hijo, porque ese parto iba a molestar a otros, especialmente por el tema de la impureza en la que caía una mujer en el momento de parir. Para que ellos pudieran encontrar posada, se necesitaba que otros cedieran su espacio, y lamentablemente nadie estaba dispuesto a dormir fuera de su habitación, ni mucho menos ir a dormir en un pesebre.

4.       Así, meditando lo anterior, vemos que, para no incomodar a los que ocupaban la habitación y, seguramente no estaban dispuestos a irse para otra parte, aquellos santos decidieron ir a un establo (Cf. Lc 1, 7). Es como cuando subes a un autobús con un bebé y nadie te cede un lugar por educación o humanidad. En tal sentido, Jesús nos ama tanto que su historia de amor con nosotros lo lleva a dejarlo todo, hasta el Cielo y bajar a un establo por salvarnos. Jesús siempre está dispuesto a bajar lo que sea por nosotros. Tú y yo ¿qué le hemos dado al único Rey que ha venido a servir y dar la vida por nosotros? (Cf. Mt 20, 28). Deseo que hoy brille la estrella de paz en tu vida, que el rocío del fragante amor del amado Jesús se perciba en tu vida, para que otros puedan distinguir el aroma de Dios y buscarlo también para ellos.

5.      Un Ministerio de amor para llevar a otros a Dios.

Aunado a lo anterior, en medio de esta Historia con Dios, el Señor ha escrito algo hermoso este año para nosotros los catequistas, ha expresado a través del Santo Padre, en su Motu Proprio Antiquum Ministerium, su deseo de que seamos ministros de la catequesis, con el “fin de que la fe fuese un apoyo válido para la existencia personal de cada ser humano” (AM, n.3); De igual forma, ya fue publicado el nuevo rito litúrgico para instituir a catequistas; sin embargo, me preocupa enormemente que algo que se acaba volver todavía más sagrado de lo que es, y que pide al catequista con la siguiente fórmula: “recibe este signo de nuestra fe, cátedra de la verdad y del amor de Cristo, y proclámalo con tu vida, tus comportamientos y con la palabra”, pidiendo que sea dado este ministerio de catequesis a laicos de profunda fe y madurez humana y con la debida formación bíblica y pastoral (AM, n. 8), se vuelva un sacrilegio ante tanta corrupción que aún no terminamos de quitar de nuestras parroquias.

6.       Cuando hablo de corrupción, me refiero a todas aquellas actitudes que demuestran indiferencia a este precioso ministerio de amor en el que somos llamados a transmitir una fe que se supone tenemos, y de llevar a otros a Jesús, a quien se presume también conocemos. Entre dichas actitudes está, la inapetencia a la formación intelectual, pastoral y espiritual; el desprecio por las normas de la Iglesia y de la catequesis respecto a la edad, el tiempo o itinerario y la debida preparación que requieren nuestros catequizandos; unido también al rechazo por el testimonio de vida, donde se tienen catequistas con un muy mal ejemplo en sus vidas y trato a otros. Jesucristo y su Iglesia se arriesgan demasiado con nosotros, y el valor de su riesgo es minimizado por nuestro relativismo de vida. Si de verdad estás dispuesto a aceptar este Ministerio de Catequesis, demuéstralo con obras de amor, honestidad y rectitud, de lo contrario, no merecemos esta confianza que la Iglesia nos da.

7.      Un Amor sin límites que nos conduce a Belén.

El Apóstol San Pablo nos deja muy claro lo que conduce a Dios, el amor. Por eso dice: “si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos… De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás” (1Cor. 13, 2-3). En palabras más cortas: si no tengo amor (respeto, fidelidad, unidad) a lo que Jesús y la Iglesia necesitan de mi vida para iniciar a otros en la fe, no soy nada, sólo somos campanas huecas, catequistas de caricaturas que conducimos a otros a un Belén de cuentos de navidad, en vez de llevarlos a ser el Belén en sus corazones en el que nazca verdaderamente Jesús.

8.      Es el tiempo de corresponder a Aquel que es Amor con amor, sin manchas, ni engaños, siendo fieles a lo que el Señor espera de nosotros. Para serlo, es necesario preparar este camino a Belén y al Ministerio de Catequesis. La oración es fundamental, la confesión y comunión no pueden faltar, pero también es necesario la formación, basta de hacer lo que cada uno quiere de la catequesis, porque no es ni tuya ni mía. Es necesario dejar a Dios ser Dios en su Iglesia y obedecerle, seguirle, para que otros puedan hacer lo mismo. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice respecto a la obediencia en la fe que: “es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma”. O amamos la verdad, o seguimos llevando una catequesis de mentiras, con limitaciones personales y desviaciones que no conducen a Jesús.

9.      Estas reflexiones buscan hacer un fuerte llamado a valorar la vocación como catequistas a la que hemos sido llamados. Si de verdad amamos esta vocación, asumamos la naturaleza, madurez y profunda fe que exige. Jesús sí nació para salvarnos, y nace cada año en ti y en mí, y en cada hombre y mujer que llevamos a Él con los valores del Evangelio. La ternura de ese niño, la humildad del pesebre, el amor y entrega de San José y la Santísima Virgen María, son elementos que podemos recrear con nuestra catequesis. Me atrevo a decir que la catequesis de nuestra Diócesis puede ser el nuevo Belén si hacemos las cosas bien, como amor sin límites. Sólo me queda confiar en que Dios usará sabiamente estas palabras que me ha inspirado, para dejar su huella en todos nosotros, y disponernos a renovarnos en Espíritu y Verdad en estos 100 años de vida eclesial que tan generosamente el Señor nos regala.

10.   Confío en que prestaremos un mejor servicio, por muchos motivos, pero especialmente porque tenemos Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos ricos en fe y obediencia, los buenos sí somos más. Les imparto mi humilde bendición, recordándoles que quien ama hace hasta lo imposible y mucho más, y hasta le sobra, porque Dios no se deja ganar en generosidad. Que el Señor les bendiga en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

¡FELIZ NAVIDAD 2021 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2022 MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!

 

Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez

Su hermano y servidor

 

Catequistas Delegados Vicariales de Catequesis

 

 

SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2021. SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.