Diócesis de San
Cristóbal
Vicaría
de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA
MENSAJE DE NAVIDAD 2022
“UN CATEQUISTA SIEMPRE DEBE VOLVER A LA PRIMERA
MIRADA”
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO
SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL
«ha nacido para ustedes un
Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: …»
(Lc 2,12).
- Un saludo de Paz y Bien para la gran
familia de catequistas al servicio de nuestra amada diócesis de San Cristóbal,
extendida en todos los rincones de nuestra región, pero también a nuestra diócesis
hermana en la Gran Sabana del Caroní. Nos encontramos celebrando los 100
años caminando juntos en Espíritu y Verdad de nuestra Diócesis, en el cual,
manifestamos nuestro compromiso de renovación permanente, en el marco de
nuestro III Sínodo Diocesano, reafirmando una vez más, la necesidad de ser
reconocidos en y desde el amor (cf. Jn 13, 35).
- El nacimiento de Jesús, reivindica hoy
más que nunca, nuestra identidad cristiana, la cual necesita resplandecer
en un mundo en el que la división, indiferencia y ausencia de perdón, se
abren camino para imponer nuevos deberes y derechos que transgreden la
dignidad de la persona humana, proponiendo un disfraz de libertad e igualdad
que está hiriendo cada vez más la conciencia de hijos de Dios, de
humanidad, y fraternidad, logrando el único propósito que siempre ha
tenido el mal: dividirnos y condenarnos a una vida en la que, si no
servimos a los intereses de los poderosos, somos descartados, y nos desvalorizamos
incluso como individuos.
- Para Dios, todos tenemos dignidad, y
esto es necesario recordarlo, insistir, pero para ello, es importante
profundizar en nuestra identidad cristiana, aquella en la cual, los
valores del Reino de Dios se hacen presentes para brindarnos la nobleza
que el Señor nos concedió desde la creación, y que, en muchas ocasiones,
perdidos como el hijo pródigo, la hemos despilfarrado en un mundo que
desorienta, que distorsiona, y pretende valorar las compras, los lujos y
placeres, haciendo que se olvide el gozo del silencio, la gratitud del
amor y el arte de compartir como hermanos el don de la vida que se nos ha
dado (cf. Lc 15, 11-32).
- Navidad es recordar el amor tan grande
que Dios nos tiene, amor por el cual envía a su propio Hijo para tomar
nuestra carne humana y acompañarnos como hermano Mayor, de vuelta a la
casa del Padre. La ternura de su nacimiento expresa la importancia que
tiene en la historia de salvación, tanto así, que es el ángel quien
pregona la gran alegría del Evangelio hecho hombre (cf. Lc 2, 8-14), los
pastores nos muestran la actitud esperada por la humanidad para reconocer
al Mesías y propagar su venida a través de lo que habían visto (cf. Lc 2,
15-20), además, la fragilidad de bebé en la que viene Jesús al mundo, nos
enseña que la salvación no es algo que traen los poderosos, es un don que
hasta los más frágiles pueden brindar a otros, siempre que se lleve el
amor por el Señor en sus vidas.
- Sin embargo, parece ser que la
humanidad está dañada en el amor, y esto causa fracturas en la fe y la
esperanza. El gran cúmulo de guerras, abusos, asesinatos, y acciones en
las que se deja ver cómo no importa el otro, solo importa lo que el más
fuerte pueda imponer como ideología ante los más débiles, nos deja ver el
deterioro tan grande que el mal ha sabido sembrar en el mundo, e incluso,
en nuestras comunidades, propiciando el terrorismo del chisme, la envidia,
el egoísmo, y todo aquello que el gran divisor sabe hacer muy bien. Hablemos
entonces de cómo reconocer a Jesús, tomando estas breves ideas: luz, amor
y fraternidad.
- Ante el caos actual en el mundo, es
imperativo recordar que Jesús nace para iluminar con su luz al mundo (cf.
Jn 8, 12), y nosotros estamos llamados a ser lámparas encendidas, para transmitir
ese fuego a otros, a aquellos perdidos en la oscuridad del engaño y la
vejación, ayudándoles a levantar su mirada y ver con claridad cómo el amor
todo lo puede, todo lo vence, todo lo sana, todo lo supera, nunca acaba, y
jamás morirá, porque el amor es Dios, y Él que es amor jamás se cansará de
amarnos, pues el amor es lo único que no se cansa (cf. 1Cor 13, 4-7; Jer
31, 3).
- Jesús nace entonces para mostrarnos
cómo se ama: perdonando, haciendo el bien, acompañando el dolor del otro,
siendo para cada persona un espacio seguro de paz y bondad, en donde
nuestra oración se une en armonía con todos, permitiendo que nos podamos
ver tal cual somos, con honestidad y claridad, desde una mirada nueva,
aquella que nos permite reconocer al otro como hermano, y nos ayuda a
encontrarnos desde el respeto, pero también desde la caridad y
fraternidad. Si no amamos a Aquel que es amor, no podremos amar.
- Profundizando un poco sobre la
fraternidad, es necesario aclarar, cómo esa mirada nueva de la que
se hizo mención, necesita ser la primera mirada, lejos de todo juicio y
prejuicio, etiquetas y suposiciones, pues “la lámpara del cuerpo es el
ojo; así que, si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo estará lleno de luz”
(Mt 6, 22). Pero, en muchas ocasiones nuestros ojos no tienen luz, están
vacíos de amor, y vemos a las demás personas como una cartuchera, en la
cual suponemos que su contenido es el mismo (lápices, borradores, colores,
sacapuntas, y tal vez una regla). Con esa mirada, herimos y somos heridos,
con esa mirada predispuesta, jamás habrá fraternidad, pues como dicen por
ahí: “nadie da lo que no tiene”.
- Con todo esto, he pensado en muchas
ocasiones: ¿Cómo llegó un ángel a convertirse en diablo? Pues bien, la
palabra ángel viene del griego antiguo “ággelos” (άγγελος) que significa
mensajero, y la palabra diablo viene también del griego “diábolos”
(διάβολος) que es una palabra compuesta y nos habla de alguien que tira
piedras, o arroja lo que sea para separar a través de… pues bien, el
diablo entonces, en una conclusión muy sencilla y rudimentaria, dejó de
portar el mensaje de Dios, para dedicarse a dividir, en otras palabras, el
diablo se quedó sin amor, porque lo abandonó, y empezó a usar el chisme,
como recurso para engañar y dañar a otros (cf. Gn 3, 1). “El chisme es
peor que el covid” (P.P. Francisco), esta enfermedad ha asesinado personas,
ha separado familias, ha aislado, ha asfixiado a muchas personas robándole
el aliento; y el chisme hace lo mismo, nos roba el aliento de vida, el
aire de la fe que nos permite vivir.
- Es por ello que cada año celebramos la
Navidad, no para recordar algo que sucedió de manera histórica, sino para
tener presente que Jesús vendrá nuevamente, y que, mientras esperamos su
última venida, Él espera nacer en el corazón de cada persona que acepta su
mensaje de amor. El Señor nos sigue dando ese voto de confianza a los
catequistas de manera especial, pues nos corresponde una sagrada tarea:
enseñar a amar, amando. Como decía el bueno de San Juan de la Cruz: “el
alma que anda en amor, no cansa, ni se cansa”. Atrevámonos a catequizar en
y desde el amor, asumiendo la primera mirada, en la que, sin juzgar, unimos,
perdonamos, ayudamos y acompañamos, no solo a los más pequeños, sino
también, incluso, a nuestros propios hermanos, pues sin hermano no hay
salvación, ni vida cristiana.
- El aquí y el ahora nos impone una
carga muy pesada, llena de la responsabilidad de evangelizar íntegramente,
lejos de toda corrupción, y de todo aquello que haga pensar que la
catequesis es un proceso escolar para salir de una tradición sacramental.
Nuestro verdadero objetivo es iniciar nuevos y verdaderos cristianos. Que
esta Navidad sea para acrecentar nuestro testimonio de vida, y que el
gasto que verdaderamente hagamos, sea en caridad al prójimo. Oremos mis
queridos hermanos y hermanas catequistas, pero también empecemos a unir
nuestras parroquias en el amor, Cristo no quiere comunidades divididas.
¿Acaso Cristo está dividido? (1Cor 1, 10-17). Si Cristo está dividido, es
porque nosotros mismos lo hemos dividido al maltratarnos, despreciarnos y
descartarnos como hermanos.
Con mi bendición fraterna veamos siempre el
nacimiento de Jesús como si fuese la primera vez, les deseo una:
¡FELIZ
NAVIDAD 2022 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2023
MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!
Oren también por mí.
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y servidor
Catequistas
Delegados Vicariales de Catequesis
SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2022.
FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.