jueves, 24 de diciembre de 2015

MENSAJE DE NAVIDAD 2015 EN EL REY HECHO NIÑO ENCONTRAMOS LA MISERICORDIA DE DIOS



Diócesis de San Cristóbal
Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE NAVIDAD
EN EL REY HECHO NIÑO ENCONTRAMOS LA MISERICORDIA DE DIOS

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.» (Lc 2, 20)

1.    Un saludo lleno de esperanza, paz y bondad para todos los catequistas de nuestra amada Diócesis de San Cristóbal, esperando que en este año de la Misericordia ya iniciado se manifieste la gracia y el poder de Dios en nuestras vidas. Hoy ha llegado a nosotros el día tan anhelado en este tiempo de preparación llamado Adviento. Hemos llegado a la Navidad. Y con mucho cariño deseo reflexionemos en esta ocasión el cómo se llega a este acontecimiento, cómo se vive y, cómo deberíamos luchar por mantenerlo de modo permanente en nuestras vidas.
2.    “Hoy nos ha nacido el Salvador” (Sal 95), esta es la expresión que hoy como discípulos de Cristo estamos llamados a compartir con el mundo entero, pues Aquél que es la Luz ha venido a disipar las tinieblas que nos rodean y nos impiden poder reconocer el verdadero camino que conduce a la paz (Cf Is 9, 1-3). Así, esta noticia requiere de una reflexión sobre cómo nos hemos preparado para el nacimiento de Jesús en nuestros tiempos. En tales circunstancias, si nuestro fin en Navidad no es hacerle ver a la humanidad que el Hijo de Dios nació para estar con nosotros, entonces con gran razón el mundo busca vivir lejos de Él, pues no lo hemos anunciado aún como se debería.
3.    En este sentido, deseo invitarnos a pensar en cuatro ideas que podrían conducirnos, no solo a una meditación del nacimiento de Jesús, sino también a ser capaz de convertirnos en “Misericordiosos como el Padre” (Lc 6, 36) y brindarle a este mundo el apoyo espiritual necesario para caminar por sendas de paz.
4.    El primer elemento fundamental se refiere a “el viaje”. María y José viajan a Belén (Cf Lc 2, 4), Los Reyes Magos también emprenden esa marcha (Cf Mt 2, 1-2.8), los mismos pastores al recibir la noticia por medio del Ángel, salieron a su encuentro (Cf Lc 2, 15-16). En fin, el nacimiento de Jesús nos compromete necesariamente a un desplazamiento donde se contemple la preparación, el recorrido y la llegada a esa meta: “encontrar al Rey hecho niño” quien decidió habitar entre nosotros para iluminarnos con su resplandor y conquistarnos no por sus fuerzas, sino por su ternura y fragilidad, condiciones las cuales, hemos dejado de lado ante nuestros prójimos que hoy sufren tanto por nuestra indiferencia, como si nuestro Rey no fuese Jesús, sino el demonio convertido en dinero, egoísmos, lujos y placeres… olvidándonos del Dios humanado, presente en cada hombre y mujer sufriente, esperando a que salgamos a su encuentro como portadores de la Misericordia, la cual se supone tenemos y vivimos como católicos que somos.
5.    Todo viaje necesita de factores importantes para partir: anuncio, acogida y disposición. Como cristianos hemos recibido, al igual que la Santísima Virgen, el anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios en nuestras vidas (Cf Lc 1, 26-31), solo es necesario aceptarle desde nuestro arrepentimiento y conversión, tan necesarias para crecer como Iglesia peregrina, llamada a auxiliar a todo aquél que le necesite. Sin embargo, es imperativo resaltar en nuestro viaje la ausencia de sensibilidad y solidaridad humana a la cual nos vemos expuestos. Nos preocupa más el precio del dólar o del petróleo que el proceso de contaminación que está acabando con nuestra “casa común” – la Tierra. Nos desespera más el precio del licor, las decoraciones y festividades mundanas en esta época decembrina y a lo largo del año, que quienes pasan hambre, se encuentran presos, privados de libertad, secuestrados, enfermos, en medio de guerras, odio y discriminación de todo tipo. Piensa qué te preocupa y sabrás qué clase de católico eres en este momento.
6.    El segundo elemento es “La Natividad”, el nacimiento de Jesús en nuestras vidas. Al respecto, el Papa Francisco ha dicho lo siguiente:
A Dios no le gustan las imponentes revoluciones de los poderosos de la historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Al contrario, se hace pequeño para atraernos con amor, para llegar a nuestros corazones con su bondad humilde, para llamar la atención con su pobreza a los que se afanan en acumular los falsos tesoros de este mundo (VATICANO, 18 Dic. 15 (ACI).
Jesús nuestro Rey, nace para vivir aquí, con nosotros y entre nosotros. Celebramos su nacimiento cada año porque aún existen muchas personas en este mundo, entre ellos, abundantes cristianos de nombre que siguen dejando pasar de largo el nacimiento del Salvador en sus vidas, distraídos en tantas cosas y activos en nada. El nacer de Jesús en este mundo es nuestro nacimiento “quien no se hace como niño, no podrá entrar al reino de los cielos” (Mt 18, 3). La Navidad es esa oportunidad de volver a nacer. Podríamos entonces preguntarnos fácilmente: ¿nacemos con Jesús cada año a una vida más cristiana?
7.       Un tercer elemento es “la Adoración”. Celebrar la memoria de la Natividad del Emmanuel (Cf Mt 1, 23) y no adorarle, es como ir a una fiesta de cumpleaños y no acercarnos a compartir con el agasajado. Adorar a Jesús es contemplar, y nosotros los cristianos nos hemos olvidado de hacerlo. A cada momento vemos con los ojos del cuerpo olvidándonos de observar con el alma. Cualquiera podría preguntarse en este momento: ¿qué significa contemplar? Sencillamente es encontrar y admirar, en aquello que se busca y ahora se puede ver, el amor y la misericordia de Dios que sobrepasa cuánto imaginamos, pensamos, deseamos y, sobre todo, merecemos. La actitud del encuentro y la contemplación para los cristianos no puede estar lejos del amor, sino cercana a la misma necesidad de la acción evangelizadora que conlleva gestos de misericordia (Cf Misericordiae Vultus n. 9).
8.       Uno de los detalles preciosos del logo del año jubilar de la Misericordia es el color dorado que le colocaron al hombre que es cargado por Jesús el Buen Pastor. Este color nos catequiza indicando que es Jesús mismo quien nos devuelve nuestra semejanza a Dios Padre. Jesús, el Buen Pastor, lleva sobre sus hombros a la humanidad. Con su amor cambia la vida de las personas, con su misericordia saca a los hombres de la miseria del pecado y transforma nuestras vestiduras (dignidad) en el color divino, haciéndonos ver dignos hijos de Dios, no por nuestros méritos, sino porque nos ha amado primero (Cf 1Jn 4, 10).
9.       En el mundo de hoy, nos hace falta salir al encuentro y contemplar la grandeza de Dios, ante tantos arrebatos de ira, intolerancia, impaciencia; Dios está en cada ser humano para que podamos encontrarle y contemplarle con misericordia. Recordemos que Jesús nació en una pesebrera, donde dormían los animales, un espacio lo suficientemente inadecuado para un acontecimiento tan hermoso como el nacimiento de un bebé. Es lamentable y con razón muchas religiones y sectas en el mundo nos reprochan cuando contemplamos admirados un pesebre en nuestros hogares y templos, pero cerramos nuestras miradas a las verdaderas pesebreras (situaciones indignas y de desprecio) en las que se ven envueltos nuestros prójimos y donde Jesús aún espera por nuestras actitudes.
10.   El último elemento en esta meditación y, a mi modo de ver, muy importante tener en cuenta es “la huida”. José y María se vieron obligados a huir a Egipto para evitar que Herodes asesinara al niño (Cf Mt 2, 13-15). Ser cristiano es llevar una vida de peregrino, caminando por este mundo en la búsqueda del Tesoro escondido en cada prójimo que nos llevará al Reino de Dios (Cf Mt 13, 44). No obstante, es necesario en nuestro caminar, estar muy alertas a tantos peligros presentes por el príncipe de las tinieblas que busca nuestra pérdida y condenación. Ante estos peligros, debemos huir. Es en esta noche buena que estamos llamados a huir con ese niño lindo (que espero nazca en nuestras vidas) libres de todo pecado, odio y división, para que esta Navidad no sea “falsa e inútil” como dijo el Santo Padre Francisco, cargada de tanta apariencia que nos impide caminar por sendas de paz (VATICANO, 19 Nov. 15 (ACI).
11.   Si realmente queremos huir del pecado y la maldad de este mundo, debemos empezar por inclinarnos a auxiliar a nuestros hermanos más débiles, como el buen samaritano, que en su camino se detuvo ante la aflicción de un pobre hombre que había sido asaltado (Cf Lc 10, 29-37), porque vivimos asaltados en todo momento, vivimos en una sociedad que nos roba la dignidad de personas, de hijos de Dios, nos roba la paz, el derecho a vivir, a tener una casa, un trabajo, unas condiciones dignas, a caminar por las calles sin la zozobra de ser asaltados; vivimos en una sociedad que nos roba el cuerpo para destruirlo con los vicios y placeres de la vida, condenando nuestras almas a vivir lejos de Dios. Huyamos hermanos, huyamos de todo aquello que busca robar tu ser Cristo.
12.   Hace unos días atrás, nuestro Obispo y Pastor celebró una hermosa Eucaristía en San Antonio del Táchira, específicamente donde se han suscitado conflictos fronterizos con nuestros hermanos colombianos. Todos los presentes pudieron redactar una carta para ser enviada al Santo Padre, en la que, una frase muy especial, inspirada por el Espíritu Santo, fue colocada allí: “Somos siameses en la fe”. Para ser más específicos: siameses son aquellos gemelos cuyos cuerpos siguen unidos después del nacimiento. Y referirlo en la fe, quiere decir que no tenemos fronteras cuando Jesús nace en nuestros corazones. Tú y yo, ¿qué fronteras le hemos puesto a nuestra fe cuando el mundo necesita ir más allá de la justicia e imitar la Misericordia del Padre?
13.   Para finalizar, confío en que cada uno de nosotros asumirá en este Año de Misericordia el reto de ser “Misericordiosos como el Padre”, no sólo de palabra, sino de actitud diaria, especialmente con los más necesitados, inclusive con aquel que practica el mal, pues necesita de nuestro testimonio y predicación. En esta noche buena que vamos a vivir, recordemos que Navidad es tiempo para medir cuánto soy capaz de amar, puesto que la fe es cuestión de amor y el amor es servicio, es la responsabilidad de que ese niño lindo que está por nacer en nuestras vidas, sea protegido de todo pecado que quiera asesinarle dentro de nosotros; es también la responsabilidad de permitirle crecer en nuestras vidas con todos los cuidados y privilegios que se merece, pues viene a darlo todo por ti y por mí. Invito a todos los catequistas a que profundicemos en nuestra tarea evangelizadora la práctica de las obras de misericordia, pero empezando por tener misericordia entre nosotros mismos, para luego manifestarlo a los demás en esas obras espirituales y corporales que estamos llamados a vivir y reforzar en este año. Con mi bendición y muy agradecido por el servicio tan hermoso que desempeñan, les deseo una:

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!

Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano


SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2015. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.

jueves, 20 de agosto de 2015

FIESTA DE SAN PÍO X PATRONO DEL CATEQUISTA MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA 2015 «SOLO EN CRISTO HEMOS CONOCIDO EL VERDADERO AMOR»




 
FIESTA DE SAN PÍO X
PATRONO DEL CATEQUISTA






MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESUS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTOBAL

«SÓLO EN CRISTO HEMOS CONOCIDO EL VERDADERO AMOR»

1.      Un saludo fraterno a todos mis queridos hermanos catequistas, quiénes con mucha alegría hoy, celebramos nuestro día haciendo memoria del recordado primer Papa santo del siglo XX: San Pío X (1903), quien anheló desde sus inicios “Renovar todas las cosas en Cristo”.
2.      Cada 21 de agosto celebramos con alegría el Día del Catequista, y es una ocasión bella para meditar a la luz del evangelio el Servicio al cual hemos sido elegidos como moldeadores de “OTROS CRISTOS” en nuestras comunidades.
3.      El Evangelio de hoy, según San Mateo (22,34-40), nos presenta a un doctor de la ley preguntándole (para ponerlo a prueba) por “el mandamiento más grande de la ley”, el cual, como ya sabemos, Jesús mismo indica que son dos en uno: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Y el segundo: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
4.      Se nos invita a reflexionar en torno al amor. El amor que es más que un sentimiento, una decisión que estamos llamados a elegir día a día por encima de toda maldad. Esta fue la razón por la que Jesús vino al mundo y se entregó en sacrificio por nuestra salvación, porque su Amor fue sin límites. El mismo apóstol San Pablo nos lo recuerda diciendo que este amor: “perdona sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites” (1Co 13, 7).
5.      Entonces, si el amor de Cristo nos primerea (Cf. 2Co 5, 14) (utilizando el verbo primerear del Santo Padre Francisco), ¿qué hacemos nosotros dejando de lado el amor? El Santo Padre ha insistido durante este año en dos ideas fundamentales que están afectando demasiado el ecosistema del amor: “indiferencia y descarte”. Y es muchísimo lo que debemos llamarnos la atención al respecto, sin embargo, espero que estas líneas nos ayuden a profundizar en un sincero examen de conciencia, y en un verdadero propósito de enmienda que tenga en cuenta que el amor no excluye, incluye.
6.      En nuestras catequesis corremos el riesgo de ser indiferentes o excluyentes, y esto, porque no hemos conocido aún el amor de Dios, no hemos entrado en plena intimidad con su misericordia. Deseo recordar aquí dos pasajes espectaculares del antiguo testamento, que me parecen, complementan aquella frase de Pablo “Sin amor no tengo nada” (1Cor 13, 3).
7.      El primero, a saber, nos lo da el profeta Isaías: “Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti” (54, 10). El Señor es el único que sabe amar, y quiere enseñarnos su amor, un amor que no vacila, que no se rinde, porque rendirse para Dios no es una opción; en cambio, para nosotros los seres humanos, rendirse tiene dos significados, en muchas ocasiones: dejar de intentarlo; y otras veces: agotarlo todo. Pudiéramos cuestionarnos entonces las veces en que nos hemos rendido tan fácilmente ante las adversidades, cuando tenemos un Dios que lo arriesga todo por todos nosotros.
8.      El segundo, nos lo presente el profeta Jeremías: “Con amor eterno te he amado, por eso te sigo tratando con misericordia” (31, 3). No es cuestión de paciencia o tolerancia, el amor de Dios, aunque estas virtudes son destacables en su infinita bondad; es cuestión de amor, puro y verdadero, sin límites, capaz de todo por nosotros, hasta lo imposible y más, porque cada uno es imagen y semejanza suya (Cf. Gn 1, 26-27), y ello nos hace más que valiosos.
9.      En tal sentido, reflexionemos ¿qué tan cargados de amor están nuestros encuentros de catequesis? ¿O aún siguen siendo clases?
10.  Sólo me resta decirles que, la propuesta, aunque se presenta simple, es todo un reto: Ama sin límites y Jesús no pondrá límites en tu vida. Como nos dijo el Papa Francisco en su visita a Latinoamérica: “Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás”.
11.  Hoy pedimos por intercesión de nuestro patrono, que el catecismo que de verdad necesite nuestro pueblo y nuestra Iglesia seamos nosotros, con nuestros pensamientos, palabras y obras. ¡Que con sólo vernos y oírnos los demás, deseen vivir más como Jesús! Que San Pío X interceda ante el Señor para que seamos todos: catequistas con una personal e íntima relación con Cristo, ese debe ser el fundamento de nuestras vidas.
12.  Encomendando nuestro servicio bajo la protección de nuestra Madre Santísima, María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación, y de nuestro Santo Cristo del Rostro Sereno para que nos bendiga y nos guarde siempre, les deseamos un feliz día del Catequista: los delegados vicariales del secretariado de catequesis diocesano y su director, recordándoles que lo esencial de la catequesis y la fe se trata de aprender lo que Jesús nos enseñó para vivir como Jesús vivió; no basta saber más, hay que vivir más y así nuestro testimonio será ese amor que renueva todo, Dios les bendiga.
Los Delegados Vicariales
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano y compañero en el ministerio catequético.

«No escatimaré ni cuidado, ni trabajo, ni ardientes plegarias por la salvación de las almas. Mi esperanza está en Cristo». San Pío X


martes, 17 de febrero de 2015

MENSAJE DE CUARESMA 2015 EL CATEQUISTA DEBE VOLVER A DIOS PARA CONOCER Y APRECIAR MEJOR LA CRUZ DE JESÚS


Diócesis de San Cristóbal
Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE CUARESMA
EL CATEQUISTA DEBE VOLVER A DIOS PARA CONOCER Y APRECIAR MEJOR LA CRUZ DE JESÚS

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESUS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTOBAL

¡Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón…! (Jl 2, 12)

1.       Un saludo Fraterno para todos los catequistas, que con cariño cada día criamos y formamos en la fe a los hijos que nuestra Madre la Iglesia engendra, para transformarlos en los próximos “Cristo” que el mundo necesita para alcanzar la paz y la unidad. Hoy, como el hijo pródigo, regresamos nuevamente a casa, y ese camino de regreso se llama: “cuaresma”, no sólo la mejor oportunidad para volver a los brazos de nuestro Padre Dios, brazos de amor, de perdón, de misericordia, de esperanza, de alegría, de orgullo, a pesar de nuestras innumerables debilidades; sino también la mejor decisión que tú y yo podemos tomar para asumir nuestra condición de hijos y hermanos (cf. Lc 15, 11-32).
2.       Esta vivencia cuaresmal que reiniciamos, llega en un momento necesario para arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Y en ello, deseo plantear que no es solo para quienes nos llamamos católicos; sino para toda persona que desee recibir “la salvación de Dios” (cf. Lc 19, 10). Es así, como la cuaresma se nos presenta como el mejor espacio para el perdón y la reconciliación fraterna, donde nos damos la ocasión de aprender a conocer y apreciar más la Cruz de Jesús fuente inagotable de salvación. Es en cuaresma en donde aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
3.       El primer signo con el cual se da comienzo a la cuaresma es con la imposición de la ceniza, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Es aquí donde recordamos que la conversión es un volver a Dios, y un sinónimo de ello es la palabra "penitencia", como cambio de mentalidad, como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo, donde se nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas (ayuno, oración, limosna, perdonar a los hermano…) que nos ayudarán a parecernos más a Jesús, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
4.       Las cenizas nos recuerdan: El origen del hombre: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7), y su fin: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19). No en vano, la raíz de la palabra "humildad" sea "humus" (tierra). La ceniza es un signo de humildad, nos recuerda lo que somos: guardianes de todo lo creado, no asesinos destructores del mismo.
5.       En Job (cf. Jb 42,6) la ceniza simboliza dolor y penitencia, duele porque se ama, y se ama no solo en la gloria de la resurrección, sino en el dolor de la cruz que nos lleva a esa felicidad. Si no hay determinación para aceptar este mensaje y convertirnos de corazón en nuestras actitudes, muchas veces relativas, en las que hacemos por espacios de tiempo el bien, y justificamos nuestras malas acciones o ignoramos lo mal que actuamos en diversas situaciones, en cada uno de nosotros, la ceniza no surtirá ningún efecto transformador. Primero porque de por sí no tiene ningún efecto mágico, y segundo, porque es signo externo de una determinación interior, de una decisión que tomamos de comenzar el tiempo de Cuaresma para llegar a la Pascua muertos al pecado, a nuestro orgullo, vanidad, egoísmo, envidias, críticas, corrupciones, tibiezas, a nuestras debilidades y vicios.
6.       La ceniza es basura que se tira. Con nuestros pecados hemos llegado a ser cizaña que se tira al fuego para ser quemada como basura, porque nunca sirvió para nada, sólo supo dificultar el crecimiento del verdadero fruto (cf. Mt 13, 24-30). Es Con nuestro pecado que llenamos el mundo de tristezas, lágrimas y nos alejamos de nuestro Padre y de todos los que nos rodean. La ceniza es tizne que mancha, polvo que se pisa, con nuestro pecado hemos manchado a las personas que nos aman. Hoy, la ceniza tiene que indicar para nosotros, no solo el inicio de la cuaresma la cual es tiempo de oración, ayuno, penitencia, encuentro con Dios, encuentro con los demás; sino la hora de quemar y tirar aquellas actitudes que obstaculizan nuestro compromiso de superación para llegar a ser verdaderos “Cristo-cristianos” en la tierra.
7.       La liturgia de este día, nos propone en la primera lectura del libro del profeta Joel un volver a Dios: «Vuélvanse a mí de todo corazón» (Jl 2, 12). Definitivamente no se podría formular de una forma más específica la invitación que Dios nos hace para estos días de Cuaresma. Esta es la petición de Dios a nosotros sus hijos, que en muchos momentos de nuestra vida nos encontramos y vivimos lejos de él: “que volvamos”, no por deber, no de mala gana o por miedo... sino de "todo corazón", escuchando el corazón y permitiéndonos crecer, como indica el Santo Padre, en la “sapientia cordis - sabiduría del corazón” (Mensaje del papa Francisco para la XXIII Jornada Mundial del Enfermo).
8.       Este volver de corazón, debe ir acompañado de la plegaria del Salmista: «Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos» (Sal 50). Es en nuestro interior donde se alberga la maldad, las injurias, la injusticia, el terrorismo del chisme y la crítica de la que nos habla el santo Padre. No podemos pedir a nuestro Padre Dios que se apiade de nosotros sin, necesariamente, implorar por un corazón nuevo, uno que empiece a apiadarse de nuestros hermanos los pobres, los excluidos, despreciados y marginados que creemos lejos, pero que están tan cerca de nosotros. Quién se apiadará de ellos si tú siendo cristo-cristiano no sientes compasión. Catequistas que no se toleran, ni se aman, ni se apoyan, prefieren no dirigir la palabra, juzgar y buscar el mal; vivir la cuaresma y semana santa así, solo «serán como paja que lleva el viento» (Sal 1, 4).
9.       San Pablo en la segunda carta a los corintios quiere animarnos a asumir este cambio del corazón porque: «ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación» (2Co 6, 2), y esta salvación solo podrá ser alcanzada desde la vivencia de la reconciliación. El apóstol nos invita a no desaprovechar esta oportunidad, a no tirarla en saco roto (2Co 6, 1), porque no podemos darnos el lujo de confiarnos en otra oportunidad. Cristo espera por nosotros para continuar su obra de salvación. Ey!!! Presta atención, necesita de ti para continuar su obra de salvación. No eres indispensable, pero si necesario, no des más largas a dejarte guiar por Él.
10.   En el Evangelio de  hoy (cf. Mt 6, 1-6. 16-18), me atrevo a decir que lo aquí propuesto no es precisamente lo más agradable para el mundo de hoy en día: hablar de cuaresma es Oración, en un mundo que se olvida del trato íntimo y personal con Dios. Hablar de cuaresma es Limosna, a pesar que cada día estamos siendo asediados por el egoísmo y nuestros propios intereses que nos llevan a la corrupción y al dinero fácil. Un mundo en el que hay retoños de solidaridad, pero donde hay también mucha desunión y ensañamiento. Hablar de cuaresma es hablar urgentemente de Ayuno a una impresionante cantidad de personas que se han olvidado del valor del sacrificio (que no tiene que ver nada con el masoquismo). No es solo abstención de alimentos, es descartar todo aquello que me impide volver de corazón a Dios. A ti, ¿qué te lo está impidiendo? Piénsalo por favor.
11.   El Santo Padre Francisco, un gran evangelizador de nuestros tiempos, nos ha escrito también, como todos los años, un mensaje de cuaresma que invito a todos a buscarlo y leerlo. Por favor, no dejemos de leer, que triste que quienes leen estos mensajes son todos los que no son católicos y que por la lectura llegan a admirar al Papa y a sus pastores, pero que como Ghandi y muchos otros, no se atreven a hacerse cristianos porque en nosotros no ven a Cristo, y los que así nos llamamos cristianos católicos, no tomamos el interés de nutrir nuestra mente, alma y corazón con la inagotable sabiduría que Cristo le ha dejado a su Iglesia.
12.    Deseo resaltar de este mensaje las tres ideas con las que el Papa nos invita a fortalecer nuestros corazones (cf. St 5, 8). La primera: «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia. Aquí, el papa nos recuerda la comunión entre los que conformamos y estamos al servicio de nuestra Madre la Iglesia, nos pide vencer toda indiferencia y juntar nuestras fuerzas sin limitaciones, porque mis hermanos, les informo que el diablo, el que divide, no está solo fuera en el mundo, también va a la Iglesia a ver que corrompe con engaños y mentiras. La segunda: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades. En este apartado, el Santo Padre  nos invita a vencer la dureza de nuestros corazones llevando a la práctica todos los sentimientos de la Iglesia Universal en nuestras realidades parroquiales y nuestras comunidades. Más aún, coloca una fabulosa comparación invitándonos a ser islas de amor en medio de un mar de indiferencia.
13.   En este sentido, me atrevo a colocar textualmente un trozo de este punto que no puedo dejar pasar desapercibido: “Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897)”.  La tercera: «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente. En esta última propuesta de vida que desarrolla el Papa, nos pide que aprovechemos la Cuaresma para vivirla “como un camino de formación del corazón”, teniendo presente “la fuerza de la oración”, los “gestos de caridad” y “la conversión”, de manera que podamos realmente mostrar interés por el otro. Allí, también el Papa nos da un compromiso “La iniciativa 24 horas”, que debemos informarnos de ello y colocarlo en práctica los días 13 y 14 de marzo.
14.   La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo. Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf. Mc1, 15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf. Gn 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua. Que estas expresiones sean el lema que guíe nuestras vidas hacia una verdadera conversión cristiana, catequética y evangelizadora. La Cuaresma es escuchar de nuevo la invitación de Dios: «Volved a mí de todo corazón». No lo olvides, y cada año nos lo repetiré: ¡Se como Cristo! Porque Cristo vino al mundo para ser como Tú y Yo! Y se hizo hombre para mostrarnos que no hay debilidad que no se pueda superar y no hay amor que se pueda desechar.
15.   Que el Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, nos inspire siempre y en todo momento lo que debemos hacer, pensar, decir, callar, escribir, incluso lo que debemos sentir y vivir para buscar la Gloria de Dios, el bien de nuestros hermanos y nuestra verdadera santificación. Con el gran aprecio que le tengo a ustedes, mis hermanos catequistas, les brindo mi humilde bendición, esperando que ustedes también me bendigan desde donde están con sus oraciones. Que Dios les bendiga a todos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
¡¡¡QUE DIOS NOS CONCEDA A TODOS UNA CUARESMA Y UNA SEMANA SANTA VIVIDA, AMADA, SENTIDA Y CELEBRADA CON ACTITUDES DE VIDA. FELICES PASCUAS!!!
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
 Su hermano

SAN CRISTOBAL, 18 DE FEBRERO DEL AÑO 2015. INICIO DE LA CUARESMA