jueves, 24 de diciembre de 2020

MENSAJE DE NAVIDAD 2020 JESÚS TAMBIÉN NACE EN LOS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES DE LA HUMANIDAD

 

Diócesis de San Cristóbal


Vicaría de Pastoral

SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS

VENEZUELA

 

MENSAJE DE NAVIDAD 2020

JESÚS TAMBIÉN NACE EN LOS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES DE LA HUMANIDAD

 

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS

EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

 

“El ángel les dijo: «No teman les anuncio una buena noticia que lo será para todo el pueblo»”

(Lc 2, 10).

 

 

  1. Reciban un saludo de paz y bondad en esta noche buena, esta noche santa, noche donde el mundo hace dos mil años vio nacer al Salvador, al Hijo de Dios bendito, quien asumió nuestra naturaleza humana para devolverle la dignidad adquirida por la creación y perdida por el pecado original. Deseo que todos sientan el gozo de ser cristianos y la alegría del nacimiento de Jesús en sus vidas y en la vida de muchos, siendo parte de este acontecimiento.
  2. El mundo vive hoy grandes pruebas de fe, dificultades de todo tipo, pero especialmente hemos experimentado como un pequeño virus ha puesto al descubierto las grandes debilidades del hombre: el interés económico por encima de su salud y de la de los demás, indiferencia, irresponsabilidad, egoísmo, comodidad, entre otros aspectos que nos separan de la fraternidad y de Dios mismo. Hemos perdido a muchas personas en este año, muchos por no cuidarse, otros por descuido de quienes les contagiaron por su falta de conciencia ante esta pandemia; sin embargo, Dios nos sigue dando la oportunidad de enmendar la situación, anunciando la buena noticia de que Jesús nace, crece y vive en todo aquel que es capaz de salir de sí mismo para entregarse al servicio del otro (Cf. Hch 20, 35).
  3. Hoy más que nunca el mundo clama por los valores perdidos, hoy más que nunca el mundo necesita de una Iglesia despierta, activa, maestra, que guíe, oriente y ayude a quienes han perdido el horizonte. Nunca ha sido tan fácil vivir las obras de misericordia como ahora. Existe tanta pobreza y miseria, y como cristianos no podemos quedar indiferentes como los dos primeros personajes de la parábola del Buen Samaritano (Cf. Lc 10, 25-37). Tú puedes llevar al niño Dios a los demás creando el hábito de la caridad en ti y los tuyos, en nuestros catequizandos y sus representantes; propongamos que cada uno lleve en su bolso un trozo de pan, una arepa, un alimento para obsequiar a quien se encuentre en la calle sin alimento. Jesús nace en esta Navidad en las calles y necesita que tú y yo lo anunciemos.
  4. Hace dos mil años, los ángeles sólo buscaron a los pastores, pues era difícil entrar en aquellas posadas donde la gente se había olvidado de Dios en muchas maneras. La diferencia en la actualidad está en que cuando Jesús nació, no había catequistas, ahora sí los hay, y somos muchos, y podemos hacer nuestra tarea mucho más amplia que los ángeles, llegar a los rincones de cada comunidad y proclamar que Jesús nos puede salvar de nuestra propia autodestrucción, y recordarnos que somos el milagro de la creación. Cuando Dios nos creó, lo hizo para dejar una imagen suya en la creación, hoy más que nunca estamos llamados a darle total nitidez a esta imagen (Cf. Gn 1, 26-28).
  5. Hoy más que nunca les pido que se cuiden unos a otros, que respetemos las normas de bioseguridad, que oremos por todos, especialmente por todo el personal de salud que arriesga sus vidas de manera cristiana y heroica para salvar a otros, ellos han honrado su juramento de salvar vidas con la suya, y Dios les premiará grandemente su valioso sacrificio. El mundo también necesita nuestra oración, nuestra responsabilidad, y nuestro anuncio, no se cansen de anunciar a Jesucristo, Vivo y Resucitado, y que sigue naciendo en los corazones generosos y misericordiosos. El nacimiento de Jesús cambió al mundo, y tu testimonio de su nacimiento puede cambiar la vida de muchos. Monseñor Moronta nos invita a tener presente tres actitudes: “la ternura, como la de José que puso toda su atención en el cuidado del Niño Dios y lo hizo centro de su vida; la contemplación de los pastores y de los magos, con la que reconocieron al “Rey de Reyes” para darlo a conocer sin temores de ningún tipo; y la voz profética, de Ana y Simeón, con la cual anunciamos valientemente que “la Palabra se hizo Carne y puso su morada en medio de nosotros” (Jn 1,14)”. (Mensaje de Navidad 2020). Dichas actitudes nos llevan a iluminar a quienes viven en tinieblas y sombras de pecado y de muerte.

Con mi devota bendición y exhortándoles a reforzar nuestro servicio tan hermoso que día a día Dios desea que vivamos, les deseo una:

 

¡FELIZ NAVIDAD 2020 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2021 MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!

 

 

Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez

 Su hermano y servidor

 

Catequistas Delegados Vicariales de Catequesis

 

 

SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2020. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.

 

jueves, 20 de agosto de 2020

FIESTA DE SAN PÍO X MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA 2020

 

21 de agosto

FIESTA DE SAN PÍO X

PATRONO DEL CATEQUISTA

 

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS

EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

 

MENSAJE DEL DÍA DEL CATEQUISTA 2020

«Los catequistas también tenemos la cura para el mal en el mundo»

 

1. Un saludo de paz y bien para todos mis hermanos catequistas de nuestra Iglesia local de San Cristóbal, no me canso de saludarles deseándoles paz y bien, porque esto es lo que estamos llamados a vivir, predicar y sembrar en el mundo para que el Reino de Dios reine en él. Qué alegría deseo que sintamos en este día y, cada día de nuestras vidas, al ser elegidos, no por nuestros méritos o capacidades, sino por la infinita misericordia de Dios que no se cansa ni se rinde de nosotros, y que confía en nuestras manos un gran tesoro: la extensión de su Reino a través del Evangelio, del Kerygma, de nuestro testimonio en el mundo.

2. Hoy celebramos el día de San Pío X, patrono de los catequistas, un santo que sigue siendo un desconocido para muchos, en medio de su loable testimonio y labor incansable por la catequesis en la historia, a quien le preocupaba profundamente la ignorancia y la poca experiencia de fe, no sólo de los niños, sino también de los adultos y ancianos. En su Encíclica Acerbo Nimis cuestionaba aquellas catequesis y discursos que sólo servían para halagar el oído, pero no movían las almas (Cf. n.10). Siempre viene a mi mente, entre sus escritos, las siguientes palabras: “El que conociendo el mal no lo combate, es cómplice”. Y justo de esto quiero invitarles a meditar hoy, porque los catequistas también somos parte de la cura para el mundo, cuando tomamos conciencia de nuestra gran responsabilidad con Jesucristo para salvar almas.

3. El pasado miércoles 19 de agosto, como todos los miércoles del año, el Santo Padre el Papa Francisco, se dedica a dar una catequesis para aquellos que participan en la Audiencia General. Dicha catequesis es publicada por muchos medios. Quizás los catequistas podríamos ser los primeros en estar atentos a tan valiosas enseñanzas. Y deseo hacer mención a esta en especial, porque nos catequiza sobre la pandemia que tanto flagelo le ha traído a la humanidad. Tal vez algunos estén cansados de escuchar o leer sobre el covid-19, pero esta no es la intención del Papa en su catequesis, ni la mía en este mensaje. La verdadera intención es reflexionar cómo el mundo se detuvo ante un pequeño virus que pone en peligro la existencia humana, pero no se ha detenido ante grandes virus sociales, morales y espirituales que destruyen paso a paso la dignidad humana como valor existencial para toda la humanidad.

El Santo Padre afirma que:

“es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo… [pero] tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles” (Catequesis, 19 agosto 2020).

4. El mal ha creado sus propios virus, que silenciosamente atacan a muchos desde diversos aspectos, incluso a nosotros mismos como cristianos nos puede atacar en un relativismo moral, acompañado de diversos síntomas: conformismo, comodidad, indiferencia. Es por ello que, conociendo el mal que sobreviene como virus en el testimonio de nuestra fe (catequesis, comunidad, parroquia…), no podemos seguir siendo cómplices, sino que tenemos la responsabilidad de llevar la cura a esta enfermedad en tantos que ven la catequesis como un requisito para recibir un sacramento, para un salir de eso, en fin, no lo ven como un enamorarse de Dios. El evangelista San Mateo, en este día, nos recuerda el mandamiento más importante, en resumidas palabras: “amar a Dios y al prójimo como a ti mismo” (Cf. Mt 22,34-40), y esta es la cura que como catequistas estamos llamados a dar a tantos que no le encuentran sentido a la fe. Amar mis queridos hermanos le da otro sentido a lo que somos y hacemos.

5. Nuestro Obispo Monseñor Mario Moronta siempre ha insistido incansablemente en que la mayor virtud, don y catecismo que puede tener la catequesis en nuestra Diócesis y nuestros catequistas es su propio testimonio, traducido en conocer, amar y actuar en el nombre del Señor. Mis hermanos, les hablo con el corazón cuando les digo que nos repitamos estas palabras y las coloquemos en práctica, porque en nuestras manos tenemos muchas almas que podemos ayudar a salvar o condenar… somos quienes tenemos la cura que es el mismo Cristo Jesús, Señor nuestro. Alguno dirá: “pero yo no puedo absolver los pecados, ¿cómo puedo llevar la cura?” les respondo: cuando ustedes y yo acercamos a los demás a Cristo, en la oración, en el conocimiento y amor por la Palabra, y especialmente a través de nuestros sacerdotes, nos convertimos en parte de esa cura. Piensa y medita hoy en los rostros y vidas de tantos que tienes en estos momentos en tus manos, y comprometámonos a salvarlos, porque salvándolos, estaremos salvando a la humanidad que necesita hombres y mujeres de bien, no más cómplices del mal.

6. Sigo creyendo que estamos viviendo un tiempo de Gracia, este es el tiempo que prueba nuestra fe y nuestro amor por Cristo y su Iglesia, no esperemos invitación, dispongámonos a servir desde el amor. Les invito a sacar lo mejor de nosotros en estos momentos que vivimos, brindando fortaleza humana y espiritual a los más débiles, siendo respetuosos y obedientes a la voz de nuestros pastores de mantener la cuarentena en nuestras parroquias, y reinventándonos en la catequesis, conociendo el nuevo Directorio para la Catequesis con el fin de cumplir la voluntad de Dios y nunca la nuestra, pues la nueva evangelización necesita desligarse del esquema escolar, superar la mentalidad sacramental y dejar atrás la instrumentalización pastoral, respetando y acompañando el ritmo con el que cada uno recorre su fe. El mundo hoy, necesita más de Cristo, la verdadera cura que sana tantas desigualdades.

7. Con mi bendición les recuerdo que ser servidores en la catequesis nos convierte en las personas más importantes dentro de la Iglesia, no de rango, sino de servicio. Les deseo un feliz día del catequista y de nuestro santo patrono, fortalezcamos nuestra oración por todos: por los que están en cuarentena, por los que están contagiados del Covid-19, por tantos médicos, enfermeros, personal de protección civil y bomberos, y todos aquellos que luchan por salvar vidas; oremos también por nuestros catequistas, sacerdotes, y por nuestro Obispo, quien como Pastor confía en el amor, servicio y testimonio todos nosotros en nuestra Iglesia, les bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Los Delegados Vicariales

 

Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez

Director del Secretariado Diocesano de Catequesis

Su hermano y compañero en Cristo Jesús

martes, 25 de febrero de 2020

MENSAJE DE CUARESMA 2020 - «…y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes». (2Co 5, 20a)



DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL
VICARÍA DE PASTORAL
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE CUARESMA 2020
TIEMPO PARA RETOMAR EL CAMINO DEL TESTIMONIO

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«…y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes». (2Co 5, 20a)

1. Un saludo lleno de paz y bien para la gran familia de catequistas de nuestra Iglesia en Salida, llena de Gracia y Bendición en medio de las adversidades. Deseo que este tiempo de salida misionera esté acompañado por el testimonio de una fe viva y eficaz que proclame al mundo el mensaje del Kerygma, de la Buena Noticia de Jesús a todos los pueblos de nuestra región.
2. Nuestro amado Padre Dios, a través de su Iglesia, única, santa, católica y apostólica, nos brinda cada año un tiempo de conversión y purificación intensa, en el que se nos invita a realizar una profunda revisión de nuestra vida, nuestras actitudes y criterios a la hora de actuar y, en especial, una marcada penitencia interior que nos conduzca a fortalecer nuestra voluntad hacia una decisión firme de emprender un verdadero camino de renovación cristiana, en donde lo que se busca, es que estemos lo suficientemente preparados para la gran celebración de la Pascua.
3. Como dije en mi mensaje del año pasado, “qué bueno es estar en Cuaresma, porque es en este tiempo donde nos ejercitamos espiritualmente y sacamos lo mejor de nosotros en el servicio fraterno, sin máscaras ni ataduras, ojalá viviéramos la cuaresma (conversión) en todo momento” (Mensaje de Cuaresma 2019). Y porque es bueno este tiempo, es necesario que lo vivamos y le hagamos saber a todas las personas donde quiera que estemos, el bien que nos hace ser partícipes de este tiempo, especialmente con el ayuno, la oración y la limosna (Cf. Mt 6, 1-6. 16-18). En este sentido, les invito a que reflexionemos juntos, a la luz de la Palabra de Dios de este miércoles de ceniza, tres aspectos importantes que considero oportunos en estos tiempos en que vivimos, a saber: un llamado, un arrepentimiento y una exhortación.

UN LLAMADO
4. En la primera lectura de este día, el profeta Joel, nos presenta un texto de llamamiento a la penitencia, en el cuál espera que el pueblo entre en la dinámica del arrepentimiento a través del luto, ayunos, lágrimas, llanto, y mortificaciones. Este fue el estilo que la Iglesia adoptó en los siglos V y VI d.C, con la llamada penitencia canónica, la cual iniciaba con un rito penitencial para iniciar los cuarenta días de preparación y conversión hacia la Pascua. Este era un día muy importante para aquellos que se iniciaban en la penitencia cuaresmal antes de ser admitidos a la reconciliación el día de Jueves Santo. Este dato curioso nos lo confirma el
llamado Sacramentario Gelasiano del siglo VII, uno de los más antiguos libros litúrgicos de la tradición romana.
5. Este rito se sitúa el miércoles que precede al domingo primero de Cuaresma. Por eso será llamado «Miércoles de Ceniza». Ese día, después de haber oído en privado la confesión del penitente, el obispo, en un acto litúrgico solemne, impone las manos sobre la cabeza de los penitentes, les cubre de ceniza, les hace vestir de cilicio —una especie de vestimenta hecha con pelo de cabra— y les invita a emprender un camino de penitencia y de conversión. Al final de la celebración, los penitentes son expulsados de la Iglesia y entran a formar parte del grupo —el «orden de los penitentes»—. El rito de reconciliación tenía lugar el día jueves Santo.
6. Aunque este no es un tiempo de obligación penitencial, sino de convicción, hoy más que nunca sigue siendo un momento propicio para recordar que somos necesitados de conversión y que, dentro de esta dinámica es necesaria la reconciliación a través de la penitencia, con la cual demostramos nuestro sincero arrepentimiento en este Misterio de amor que Dios siente por nosotros. El Papa Francisco, en su mensaje de Cuaresma de este año —el cual les invito a leer—, nos llama a buscar el Kerygma, teniendo presente, que su aceptación es un dejarse salvar una y otra vez por el único Dios que arriesga todo por nosotros, pues somos su imagen y semejanza aquí en la tierra (Cf. Gn 1, 26-27). Así mismo, el Santo Padre nos dice que: “…este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso” (P. Francisco, Mensaje de Cuaresma 2020).

UN ARREPENTIMIENTO
7. Este tiempo cuaresmal que iniciamos, nos permitirá vivir cara a cara con el Señor crucificado y resucitado, parafraseando las palabras del Santo Padre, en el que nos descubrimos amados sin merecerlo, y nosotros aún sin amarle, o como decía el padre seráfico San Francisco de Asís: “el amor no es amado”, y no es amado porque el mundo no tiene modelos de enamorados de Cristo a quién imitar. Imagínense entonces por qué nuestros catequizandos salen de la catequesis en muchas ocasiones sin amor a Cristo. Hoy, junto al salmista podemos decir: “Misericordia, Señor, hemos pecado” (Sal 50), hemos pecado de desamor hacia Ti y a nuestro juramento de colaborar en la construcción del Reino de Dios.
8. Dejemos entonces que nuestra alma verdaderamente entre en contacto con el Señor, a través de su guía, inspiración, para poder prepararla digna y agradablemente a su presencia. Pongámonos en sintonía con Dios nuestro Padre, así como el hijo pródigo, arrepintiéndonos verdaderamente de nuestras fallas, levantándonos y colocándonos en camino hacia su encuentro, dispuestos a ser verdaderamente sus hijos y habitar en su casa como Él se lo merece. Vale la pena preguntarse: ¿de qué necesito arrepentirme para volver a la casa de nuestro Padre Dios?

UNA EXHORTACIÓN
9. Por último, la invitación es a comunicar nuestra vida en Cristo. La vida en Cristo se comparte; si eres cristiano, lo eres a tiempo completo, en la fe, la esperanza y la caridad hacia los más necesitados de la tierra. Las obras de misericordia son la verdadera expresión de una vida cristiana íntima con el Señor. Esta es la Salida Misionera de la cual nuestro Padre y Pastor Monseñor Mario Moronta nos ha invitado a vivir en este año de la Iglesia en Salida, invitándonos a “experimentar el amor de comunión, reafirmar nuestra conciencia del compromiso social y ser levadura de solidaridad y fraternidad, al estilo de los primeros cristianos que todo lo ponían en común y nadie pasaba necesidad de ningún tipo” (Moronta, Mensaje de Cuaresma 2020).
10. Sé que cada día vivimos tiempos más duros y difíciles, pero créanme que esto es bueno, este es el tiempo propicio para que ustedes y yo mostremos la fe de la que estamos hechos, cómo dirá el apóstol Santiago “muéstrame tu fe sin obras que yo te mostraré mis obras con fe” (Stg 2,18). El mundo saldrá de la oscuridad, si ustedes y yo salimos de ella primero y nos disponemos a vivir una vida verdaderamente cristiana, sin medias tintas ni tibiezas. Mis queridos hermanos catequistas, como dice San Pablo “ay de mí si no predico el evangelio” (1Cor 9, 16). ¿Qué estamos predicando? Porque esto no se trata de sacerdotes y religiosos, si los sacerdotes caemos es porque no hemos contado con laicos que nos cuiden. Cuiden sus sacerdotes, cuídenlos como su tesoro más precioso, porque el sacerdote es el único que hace presente a Cristo en la Eucaristía, a pesar de sus debilidades (Cf. Hb 5, 1-4), ¿tú qué haces? Oras por él por lo menos, ¿hablas con él? ¿O te dedicas a hablar de él?
11. Esto realmente se trata de todos, también de laicos, y en especial de catequistas, el más grande ejército que tiene la Iglesia en todos los rincones de la tierra. No seamos cristianos heridos, seamos más bien cristianos sanados por el amor de Cristo, dispuestos a ayudar a otros a sanar las heridas que le separan de la salvación y vida eterna.
12. Finalizados estos cuarenta días, todos ayudaremos a Jesús a cargar la cruz de los pecados del mundo, le acompañaremos en su pasión y muerte, y resucitaremos con Él a una vida nueva, esforcémonos porque todos los que estén a nuestro alcance, no sólo en nuestra comunidad, inclusive en nuestras redes sociales, se sientan motivados a acercarse al Señor Jesús, pues como decía San Francisco de Asís: “pecamos en común, nos santificamos en común y nos salvamos en común”. Con el gran amor de pastor que les tengo, y unido a nuestro Obispo Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, les invito a dar lo mejor, no sólo en esta cuaresma, sino en nuestro servicio, pues tengo la certeza de que los catequistas somos los centinelas de la fe de la Iglesia. Les brindo mi humilde bendición, esperando que ustedes también me bendigan desde todos los rincones de nuestra diócesis con sus oraciones. Que Dios les bendiga a todos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.

QUE DIOS NOS CONCEDA A TODOS UNA CUARESMA Y UNA SEMANA SANTA LLENA DE CONVERSIÓN PARA QUE NUESTRA PASCUA SEA UNA VENEZUELA LLENA DE FE, ESPERANZA, JUSTICIA, AMOR Y PAZ.
¡FELICES PASCUAS!
Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
 Su hermano
SAN CRISTÓBAL, 26 DE FEBRERO DEL AÑO 2020. INICIO DE LA CUARESMA