FIESTA
DE SAN PÍO X
PATRONO
DEL CATEQUISTA
A
TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL
EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL
MENSAJE
DEL DÍA DEL CATEQUISTA 2019
«La
Catequesis es un camino que conduce al Reino de Dios»
Un saludo de paz y bien
para todos mis hermanos catequistas de nuestra Iglesia local de San Cristóbal,
en donde buscamos cada día hacer presente el Reino de Dios a través de nuestro
servicio de compartir y transmitir la fe a aquellos que sienten la inquietud de
conocer y vivir cada día más como Jesús, nuestro salvador. Hoy, como todos los
años, celebramos el día del catequista, proclamado así, por ser el día de
nuestro santo patrono San Pío X (1903), un santo de una vida maravillosa desde
la sencillez y la humildad, preocupado por la santidad de la Iglesia. Ojalá se
animen a conocer y leer más de su vida para nutrir su fe.
Definitivamente, en la
vida cristiana, son muchos los caminos que conducen al Reino de Dios, y ser
catequista es uno de ellos, uno de los más bellos por la dimensión que ha
tenido desde sus inicios en las primeras comunidades cristianas. En tal
sentido, la lectura del Santo Evangelio que nos ofrece la Liturgia de este día
(Mt 20, 1-16) es la parábola del propietario que sale en distintos horarios a buscar
obreros para su viña, y al final les paga a todos lo mismo. Este relato nos
permite reflexionar esas dimensiones del Reino, de las cuales, como
catequistas, tenemos la oportunidad de acercarnos y acercar a otros.
El evangelista San Mateo,
quien escribe a los judíos que se están convirtiendo al cristianismo, luego de
la Ascensión de Jesús al cielo, quiere hacerles ver que las matemáticas del
Reino de Dios son totalmente distintas a las nuestras. No se trata de
beneficiarse personalmente para crecer de forma individual y sobreponerse por
encima de los demás como la cima de una pirámide. Nuestro Obispo Monseñor
Moronta, siempre nos ha insistido en que esa pirámide debe y puede ser al revés
si nos lo proponemos, en la cima estamos todos, y en la parte inferior está
Cristo, la Piedra Angular (Hch 4, 10-12) que nos sostiene a todos y nos
beneficia a todos con su Reino (Cf. Rm 14, 17), su Banquete (Cf Mt 25, 10) y su
Premio (2Tim 4,7-8).
Así pues, ¿qué nos enseña
el Evangelio de hoy? Nos enseña dos cosas generales, la primera, que tiene un
propietario, y la segunda que tiene unos intereses que superan nuestra soberbia
y avaricia mundana. Reflexionemos lo primero:
a.- Tiene un propietario. El Nuevo Testamento siempre nos ha hablado
que nuestro Rey y Salvador no es parecido en ninguna manera a los que se
presentan como tal en este mundo, esperando a que les sirvan y se acerquen a él
solo los interesados, buscando el beneficio de unos pocos y tornándose en una
persona cómoda, conformista e indiferente frente a las necesidades de todos.
Nuestro Rey no se sienta en un trono, pues su trono somos cada uno de nosotros,
y Él sale a nuestro encuentro para servirnos, para ofrecernos una vida digna, un
lugar en donde no se pierde el tiempo, pues lamenta cuando nuestra vida pasa de
largo sin trabajar en su viña. Cómo anhelamos que ese propietario se refleje en
todos nosotros, pues es uno de los deseos del Santo Padre Francisco, quien en
su Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium nos invita a salir a las periferias existenciales (n. 20).
Esas periferias no sólo
geográficas, sino de muchas personas que están alejadas de Dios, que han dejado
el lugar de Dios en sus vidas vacío y que, como dice un proverbio judío: “La silla vacía la ocupa el diablo”. Es
nuestra tarea salir en representación del propietario del Reino de los Cielos a
buscar obreros para sus campos, alejándolos del ocio, la desolación, la
comodidad y el gobierno del gran divisor, el diablo, quien siempre buscará el
alejamiento del hombre a Dios. Ahora, nos corresponde meditar sobre lo segundo:
b.- Tiene unos intereses. Dichos intereses son los siguientes: –está
interesado en que su viña sea trabajada y dé fruto. –está interesado en que
todos estén empleados. –está interesado en pagar lo justo a aquellos que
iniciaron temprano, pero también en ser bondadoso con quienes no tuvieron la
misma oportunidad. Por último, –está interesado en que quienes fueron
encontrados de últimos, tengan oportunidades y no queden desplazados o
rechazados. Cada uno de estos intereses son merecidos de reflexionar,
especialmente en nuestra catequesis desde la diocesaneidad y sinodalidad, es
decir, desde la experiencia de pertenencia a nuestra Iglesia diocesana que sufre
como Madre cuando uno de sus miembros no vive plenamente su realidad de
cristiano, cuando el pecado y la tentación lo arrastran a la corrupción
alejándolo del buen vivir de la vida cristiana… (Cf. Rm 12,5; 1Cor 12,26), así
como también desde la experiencia del compromiso asumido en todas aquellas
normas y orientaciones que nos permiten vivir en comunión alejándonos de tantas
contradicciones e individualismos que nos separan como islas en cada una de
nuestras realidades eclesiales (parroquias, comunidades, entre otros).
De ahí, la necesidad de
cultivar en nuestra catequesis el compromiso de vida cristiana con nuestra
Iglesia Local. El sentido de diocesaneidad debe buscar ampliar la dimensión de
sinodalidad con el obispo, su diócesis y comunidad eclesial, sintiéndonos parte
importante de un vínculo tan sublime, que supera la propia sangre, asumiendo el
coraje de enfrentar y soportar las dificultades de la vida con paciencia y
esperanza cristiana. La diocesaneidad y sinodalidad transforma entonces a cada
individuo cristiano en una persona de comunión con su Iglesia, sus pastores,
con la comunidad que le rodea, sintiéndose parte de un rebaño del cual, el
Obispo y sus sacerdotes son sus pastores. Por tanto, no se puede actuar
aisladamente, sino de forma orgánica y coordinada, buscando la comunión y el
testimonio eclesial como expresión coherente y diferenciación de todas aquellas
organizaciones, grupos de personas, lugares y funciones cuyos destinatarios aún
no conocen verdaderamente a Jesús, el Hijo de Dios.
Ciertamente vivimos
tiempos muy difíciles en nuestra región, y se nos ofrece cada día la tentación
de estar absorbidos en medio de tantas ocupaciones, aislándonos y trabajando
incluso de manera incoherente a nuestra vida cristiana; son estos tiempos los que
no exigen ver con los ojos de Cristo, es decir, con atención, misericordia y
reconciliación. Este es el tiempo propicio para asumir las enseñanzas que
impulsaron a San Pío X a renovar la catequesis de su tiempo: apartar de la
ignorancia religiosa a todo aquel que estuviese débil en su fe, y facilitar con
amor la transmisión del mensaje de Jesús en conjunto con el compartir la
experiencia del encuentro con Él.
Con mi bendición, y
motivándoles desde ya a prepararnos para nuestra Semana Nacional de la
Catequesis 2019, con un alto grado de dimensión diocesana, pues nuestros
hermanos menores necesitan hoy más que nunca de nosotros, les deseo un feliz
día del catequista y de nuestro santo patrono, así como les invito a orar por nuestros
hermanos catequistas, por nuestros sacerdotes, especialmente los que están
enfermos, por nuestro Obispo, quien como Pastor necesita mucha fuerza en la
oración, y por aquellos que aún no han accedido a la oportunidad de ser
invitados a trabajar en la viña del Señor…, les bendigo en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Los Delegados Vicariales
Pbro. Juan Carlos
Gómez Yanez
Su hermano y
compañero en el ministerio catequético.
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