Diócesis de San Cristóbal
Vicaría
de Pastoral
Secretariado Diocesano
de Catequesis
MENSAJE DE NAVIDAD 2024
“El encuentro siempre necesita amor para que sea real”
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL
«Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y
María dio a luz a su Hijo primogénito»
(Lc 2,6-7).
1. Queridos
hermanos y hermanas, un saludo de paz y bien. Nos encontramos celebrando la
Navidad, el nacimiento del Salvador, el que vendrá nuevamente para contagiarnos
de su amor. Nuestra amada diócesis de San Cristóbal, extendida en todos los
rincones de nuestra región tachirense, y más allá, hasta nuestra diócesis
hermana en la Gran Sabana del Caroní, canta eternamente en esta navidad, la
misericordia del Señor y sus maravillas entre nosotros, a través de nuestros catequistas
llamados a ser discípulos misioneros, portadores del gran amor que Dios nos
tiene (cf. Sal 95).
2.
Esta
navidad, nos recuerda algo importante: que el sí de la Virgen María, la
obediencia de San José, y el nacimiento de Jesús, nuestro salvador, tienen algo
en común: la necesidad del encuentro con el otro, para contagiarlo de aquello
que solo Dios puede ofrecer para saciar nuestros corazones: AMOR, un amor que se
manifiesta en la compasión, el perdón, la caridad y la misericordia, la cual estamos
llamados a vivir como cristianos y transmitir a los demás. Es así como el mundo
debería poder encontrarse con Cristo a través de cada creyente, y de modo
particular, en el catequista, quien recibe la gracia de comunicar, a través del
ministerio recibido, al Dios de la vida con quien ya ha adquirido un encuentro
personal; sin embargo, me preocupa y pienso mucho en tantos catequistas que no
han tenido aun ese encuentro verdadero y personal con el Señor, y que por
consecuencia, les lleva a ejercer su ministerio de formas que solo dañan la
transmisión de una verdadera fe y de una catequesis del encuentro.
3. La
catequesis desde sus inicios, ha tenido “un tono misionero connatural”
(Directorio para la Catequesis, 2020, n. 64), cuyo dinamismo, guía el camino de
quien busca responder a Dios, que no se cansa de llamarnos ni de buscarnos. Es por
esto, que el catequista, jamás debe desviar su mirada del verdadero y único fin
de la catequesis: la iniciación a la vida cristiana. Si no somos capaces de formarlos
para vivir como cristianos, de nada servirán tantos sacramentos recibidos, especialmente
de primera comunión y confirmación. Nuestros templos seguirán estando ausentes
de una juventud y multitud de fieles, que necesitan encontrar un camino mejor a
lo que el mundo le ofrece.
4. Por
consiguiente, el Evangelio de hoy, de la NATIVIDAD DEL SEÑOR, nos lleva a
meditar elementos importantes para cocrear una experiencia de comunión, conscientes
de la responsabilidad que hemos recibido por el bautismo: anunciar la fe, con
nuestra vida principalmente, y con nuestras palabras. Así, en el capítulo 2 del
evangelista San Lucas, se nos narra como: «mientras se encontraban en Belén,
le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito» (2,
6-7). Este preciso extracto de la Palabra, deseo que lo podamos revisar en
nuestras vidas, para ello, a continuación, vamos a desglosarlo.
5. “Mientras
se encontraban en Belén”.
José y la Virgen, como ya sabemos, habían viajado para participar del primer censo,
ordenado por el emperador romano César Augusto; José era descendiente de David,
por lo que debía registrarse en Belén, la ciudad de David. Este pequeño pueblo,
era un lugar de paso para los viajeros que recorrían los caminos que unían
Siria y Egipto. Las laderas de las colinas circundantes de Belén y sus campos
adyacentes proporcionaron tierras agrícolas fértiles para cosechar trigo y
cebada (Cf. Rut 1,22; 2,1–3; y 4,11), lo que probablemente le dio al pueblo su
nombre hebreo “Bet léjem”, que traduce “Casa de Pan”. La arquitectura de
las casas y hospedajes, casi no permitían espacios privados, especialmente
cuando se alojaban familias extensas o multigeneracionales. También era común
que tales casas se construyeran cerca o sobre cuevas de piedra caliza natural,
que podrían reutilizarse como alojamiento para los animales de la familia —ovejas,
cabras o burros— tallando en las paredes de la gruta pequeños nichos para
lámparas de aceite, y así proporcionar una luz interior tenue, junto a
abrevaderos de piedra para dar de beber a los animales. Así era Belén, a
grandes rasgos, un lugar pequeño y acosado para el nacimiento del AMOR, el que
ni todo el universo puede contener.
6. Esta breve
descripción de Belén, aunque se queda corta, nos sirve de apoyo para comprender,
no solo por qué José y María terminaron en un pesebre, “pues no había lugar
para ellos en el mesón” (Lc 2,7), no había un lugar privado en el que la
Virgen pudiera dar a luz al salvador del mundo. Como todo estaba repleto de
viajeros, bullicio, complicaciones seguramente por el censo, comercio, en fin, la
intimidad y belleza del nacimiento de la vida misma, pasaba desapercibida para
todos. Belén pudo ser la antesala al mercado que encontró Jesús en el templo de
Jerusalén. La cuestión aquí, es sí nuestras vidas están preparadas para
brindarle ese lugar de exclusividad y atención para el Señor. Pues muchas
veces, como cristianos, el privilegio de nuestro tiempo y atención, es entregado
a todo, menos a una catequesis de encuentro personal que nos permita hallar el
amor hecho persona, a quien presentamos en tantas ocasiones sin conocer, o
teniéndole tan abandonado en el Sagrario, en los sacramentos, y en el prójimo.
7. “Le
llegó el tiempo de ser madre”. Para toda mujer, este momento es uno de los más hermosos de su vida,
ser madre es sinónimo de dar vida, y especialmente para la Virgen María, debió
ser muy especial, pues ya desde el inicio había respondido con amor a la
propuesta hecha por el ángel: “Yo soy la esclava del Señor; que Dios haga
conmigo como me has dicho” (Lc 1, 38). Por fin había llegado la hora de dar cumplimiento
a sus palabras, María estaba dispuesta a ser, en el buen sentido de la palabra,
la esclava de su hijo, la servidora fiel. La esclavitud que confiesa María
tiene un sentido positivo, pues se trata de ser esclava del Señor del Amor, que
es liberador y humanizador.
8. Por
otra parte, cada día muchos cristianos viven inmersos en otro tipo de
esclavitud, una que sí esclaviza, la del señorío del poder, del tener, o del
placer… incluso como cristianos y catequistas, corremos el riesgo de vivir en
la esclavitud de una catequesis vacía de Dios, corta y sin sabor a Cristo, sin
conducir al amor verdadero. Todo esto lo logra aquel catequista que es esclavo
dominado por la comodidad, el conformismo, y la indiferencia a la propuesta de
la Iglesia de ser discípulos misioneros. Seamos como María, dispuestos a vivir
la maternidad en el cuidado de la fe de quienes nos son encomendados en la
catequesis para ser testimonio de servicio.
9. “Y
María dio a luz a su Hijo primogénito”. En la Sagrada Escritura, dar a luz es un acto
sagrado de dar vida, si ya concebir un hijo en el vientre de una madre es algo
sagrado, traerlo al mundo es igual. Es tan importante dar vida, y la Virgen
María junto a su esposo San José lo sabían, por eso cambiaron todo bullicio por
la elegancia de un pesebre en donde sí había un ambiente de respeto, silencio,
intimidad, para que pudiera nacer EL AMOR hecho carne. Nosotros los cristianos,
también estamos llamados a dar a luz a Cristo, en la oración, la vida
sacramental, la práctica de la caridad; lamentablemente, muchos cristianos ni
siquiera tienen esto presente, y aunque estén en el templo, lo que dan es
oscuridad a nuestra Iglesia. No podemos ser portadores de tinieblas, y los
catequistas menos. Necesario es reflexionar en el significado de un catequista
que verdaderamente da luz y contagia a otros. La catequesis necesita salir
de la oscuridad de una clase express y de elementos que no inician en la
fe. El encuentro en la catequesis siempre necesita amor, para que sea real,
para que sea luz.
10.
Por último,
nuestra Iglesia de San Cristóbal, una vez más ha recibido la gracia del Señor
de renovar en Espíritu y Verdad nuestro camino de fe. Esto lo hemos evidenciado
al recibir un nuevo Pastor, Monseñor Lisandro Alirio Rivas Durán, necesario es que
él conozca a sus ovejas, y entre ellas, a los catequistas buenos, de bien,
dispuestos a comunicar la luz del encuentro con Cristo desde el testimonio del
amor y la iniciación a la vida cristiana. Mis queridos hermanos, oremos por
nuestros pastores. Que esta Navidad sirva para que los catequistas colaboremos
en la hermosa tarea de la Santísima Virgen María: dar a luz al salvador en el
Belén de nuestra Iglesia, siendo también partícipes de su maternidad con
nuestro servicio fiel.
Con mi bendición fraterna les deseo una:
¡FELIZ
NAVIDAD 2024 Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2025
A MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!
Oren también
por mí.
Catequistas Delegados Vicariales de
Catequesis
SAN
CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2024. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR. INICIO
DEL AÑO JUBILAR DE LA ESPERANZA.
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