lunes, 1 de septiembre de 2014

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL CATEQUISTA (TEMA IV)

SALUD Y BENDICIONES PARA TODOS MIS HERMANOS CATEQUISTAS... RENUEVO CADA DÍA EL COMPROMISO DE ASISTIRLES, ORAR Y CELEBRAR LA EUCARISTÍA POR USTEDES... Y BUSCAR JUNTOS EL CAMINO DE DIOS. ME SIENTO MUY ALEGRE POR EL ENCUENTRO DIOCESANO DE CATEQUISTAS QUE SE REALIZÓ EL PASADO 17 DE SEPTIEMBRE, QUE HERMOSO COMPARTIR, FORTALECERNOS, EVALUARNOS Y LLENARNOS DE DIOS. ESPERO QUE ESTE TEMA, UNO DE MUCHOS QUE HE IDO TOMANDO Y REFLEXIONANDO DE UN MATERIAL QUE TENGO DEL SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE BOGOTÁ, NOS SIRVA PARA IR MIDIENDO LOS FRUTOS QUE DESDE YA, DEBEMOS IR DANDO EN LA CATEQUESIS DE NUESTRA PARROQUIA. MUCHO ÁNIMO, RECUERDEN QUE ESTO SE ESTÁ PONIENDO BUENO. Y NO SE OLVIDEN DE COMENTAR, ETIQUETAR Y EXPANDIR ESTE MENSAJE A TODOS. DIOS LES BENDIGA.
PBRO. JUAN CARLOS GÓMEZ YANEZ.
LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL CATEQUISTA
«El fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo.»
Gálatas 5, 22
El tiempo de Pentecostés es un excelente momento para revisar nuestra vocación y práctica de catequistas.
Ser catequista es ANUNCIAR la Palabra de Jesús, dar TESTIMONIO del Evangelio, yENSEÑAR a los demás con nuestra palabra y nuestra vida.
El origen de la palabra catequista es «hacer resonar». Siempre que pregunto en los talleres de espiritualidad del catequista, con qué imagen asociamos este significado tan motivador des ser catequista, me responden «con una campana». En nuestros días se escuchan pocas campanas, pero si andamos en este mundo podremos recordar campanas que escuchamos sonar.
Yo me acuerdo mucho de dos:
  • La campana del colegio... Señalaba el comienzo (¡alegría!) del recreo, y también su finalización (no tanta alegría...)
  • La campana de la parroquia... Marcaba las horas del día y sonaba con fuerza antes de cada misa dominical llamando a la comunidad.
La campana era una señal, con su tañido nos hablaba de otra realidad más importante y trascendente que su sonido mismo. En nuestro amado seminario Santo Tomás de Aquino en Palmira, nuestros formadores nos decían: "la campana es la voz de Dios que nos invita con alegría, fortaleza y decisión a seguirle y servirle en cada actividad del horario del día".

Ser catequista tiene mucho que ver con ser campana. Nuestro sonido (nuestra vida, nuestra palabra) debe ser capaz de evocar algo más importante que nos trasciende: la Palabra de Dios, el encuentro con Jesús.

El sonido de la campana es signo... y también lo es nuestra misión de catequista. Signos de la vida nueva a la que Dios nos invita, signo de la compañía de Dios que camina a nuestro lado-signo de la comunidad que nace en torno a la palabra, a la oración, a la enseñanza, a los sacramentos, al compartir.

El catequista vive animado por el Espíritu de Jesús, pide su guía y su aliento para er fiel a su misión y poder anunciar el Evangelio.
  • ¿Cómo está «sonando» nuestra campana en estos tiempos? 
  • ¿Estamos dando los frutos que el Espíritu espera de nosotros?
Para trabajar en grupos
Los frutos del Espíritu en la vida del catequista
Leemos el texto de Gálatas 5, 22
Recortamos siete campanas de cartulina y le ponemos a cada una el nombre de uno de los frutos del Espíritu (conviene que las campanas sean grandes).
Nos dividimos en parejas (y si somos pocos cada uno trabaja con una campana). A cada pareja se le da una campana y la siguiente guía:
  • ¿Qué significa ser campana de caridad, alegría, paz... (cada uno completa según su campana) en la vida de un catequista?
  • Nombrar tres actitudes que como catequista ayudan a que suene esa campana.
  • Nombrar tres actitudes que como catequista no ayudan a que la campana suene, actitudes que ahogan ese fruto, que no lo muestran, que no lo transmiten.
  • Escribir una pequeña oración que comience con la frase: «Espíritu de Jesús ayúdanos a ser campana de...»
Las actitudes y la oración se escriben dentro de la campana de cartulina.

Se pone en común lo trabajado en los grupos (o individualmente si son pocos).

En ronda realizamos una oración compartida. Si es posible tener una campana de verdad, a medida que cada catequista va haciendo su oración personal en voz alta, al terminar hace sonar la campana y se la pasa al de al lado.

Entre todos escribir una nueva campana con un compromiso común a intentar vivir como catequistas. Colgar esa campana en un lugar visible dentro de la parroquia.

Terminar con un canto al Espíritu Santo.

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTOLOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

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