sábado, 25 de octubre de 2014

MENSAJE DE NAVIDAD 2013 EL PODER DEL AMOR DE DIOS EN NUESTRAS VIDAS

Diócesis de San Cristóbal
Vicaría de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA

MENSAJE DE NAVIDAD 2013
EL PODER DEL AMOR DE DIOS EN NUESTRAS VIDAS

A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL

«Encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre» (Lc 2, 16)

1.       Una vez más, apreciados hermanos, se presenta en nuestras vidas la oportunidad de rememorar y renovar el nacimiento del hijo de Dios en nuestras vidas. Ese momento en el que, una aparente soledad en una simple pesebrera de Belén (לחם בית (Bet léhem) “casa del Pan”), se ve alimentada por la paz, la ternura, el silencio, y el amor de Dios que, desde nuestra creación, no cesa de ofrecernos la oportunidad de encontrarle, no en el bullicio y la superficialidad de una navidad alterna y tergiversada que presenta la sociedad; sino en el barullo (Cfr. 1Re 19, 11-13) y humildad de un nacimiento, donde lo único hermoso que debemos apreciar, es la presencia de José, María y el niño, que nos enseñan la poca importancia del sitio para compartir, si se tiene con quién estar en aquel lugar.
2.       Así viene Jesús al mundo, lleno de la riqueza más maravillosa y tan despreciada y mutilada en nuestras vidas, el AMOR hecho hogar, expresado en la fe y la esperanza, las cuales le complementan y permiten que la primera permanezca por siempre (Cfr. 1Cor 13,13); tanto nos Ama Dios, que el cielo se quedó pequeño para la Gloria de su Hijo, no por su grandeza, sino porque allí no estaban aquellos que El ama desde el origen de todo, y por eso bajó a este mundo, lleno de tinieblas y oscuridad, para guiar nuestros pasos al camino de la paz (Cfr. Lc 1, 79) donde AQUEL QUE ES AMOR justifica cualquier acción y sacrificio por nuestra salvación, pues ese ha sido su propósito: “el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar todo lo que se había perdido” (Lc 19, 10). Nos muestra que cuando se ama, se es capaz de hacer hasta lo imposible y mucho más por amor. Nos enseña con su vida que quien se atreve a amar más de lo que puede, es capaz de dar más de lo que sus capacidades le pudieran permitir. Y ello, redunda en el perdón de sus deudas. Y si Él mismo se ha colocado dicha meta, ni el mismo enemigo llamado tentador, con todas sus artimañas y mentiras podrá alejarnos de SU VOLUNTAD que está por encima de todo.
3.       Sin embargo, nos seguimos perdiendo la oportunidad de ser parte de este encuentro de Amor, en el que, como dice nuestro Santo Padre Francisco, el título sobra si nuestras actitudes no lo acompañan (Cf. Discurso a los Catequistas del 27 de Septiembre de 2013). De nada sirve estar en Navidad junto al pesebre, si ello no refleja nuestros sentimientos, palabras y acciones, si nuestro amor es de adornos y bambalinas, y no de reconciliación y paz. Jesús nos busca y nos salva, ¿cuándo será que nosotros nos dejemos encontrar y salvar por su amor? Porque esa tristeza individualista de la que nos habla el Papa en su primera Exhortación, es la que muchos viven de manera disfrazada en esta época, en una búsqueda enfermiza de placeres superficiales y de una conciencia aislada, donde no hay espacio para los demás, ni siquiera para la familia; ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien (Cf Evangelii Gaudium n2).
4.       En el día de hoy, el Prefacio de Navidad nos habla de la LUZ que brilla ante nuestros ojos en el resplandor de este hermoso nacimiento, el cual nos permite conocer a Dios visiblemente en la ternura y sencillez de un niño, que tiene la capacidad de llevarnos al amor de lo invisible, de aquello que solo pueden apreciar los ojos del alma cuando nuestra fe está bien dispuesta para ello (Cf. Misal Romano, Prefacio de Navidad I).
5.       Ahora bien, en esta cita bíblica que hemos tomado como punto de reflexión para este mensaje, el Evangelista San Lucas nos dice que los pastores: “Encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre” (Lc 2, 16), tenemos la oportunidad de que los ojos de nuestra fe brillen en nuestra mente y corazón ante este bello pasaje de la Escritura. Podemos fijarnos desde cuatro ángulos distintos y la reflexión no dejará de ser sorprendente. Dichos ángulos son: ENCONTRARON, que nos indica una búsqueda; A MARÍA, que nos permite encontrarnos con la Fe; A JOSÉ, quien nos presenta esa experiencia de Esperanza sin temor a rendirse en ningún momento; Y AL NIÑO, que genera no sólo la fusión de la Fe y la Esperanza, sino el resultado y el compromiso de esta unión: EL PODER DEL VERDADERO AMOR que da Paz.
6.       ENCONTRARON, nadie encuentra si no busca, y nadie busca, si no cree firmemente en que va a encontrar algo. Los pastores no se quedan con el asombro de ver ángeles anunciando la gloria del Señor, éstos, se centran en lo más importante, dirigirse al encuentro con el Mesías, y porque creyeron en aquel anuncio, buscaron y encontraron al Salvador. Es necesario reflexionar aquí, que los pastores se atrevieron a buscar aquello que tanto desearon encontrar, y no se pusieron límites ante ello. Ojalá no nos colocásemos tantos límites en la búsqueda del Amor que Salva. El Santo Padre ante ello nos recuerda que Dios no se cansa de buscarnos, no se cansa de salir a nuestro encuentro, ni siquiera de extendernos su Perdón, entonces ¿por qué nosotros que somos los interesados si nos cansamos? (Cf EG n.3). Dejemos de buscar Amor donde no lo hay, porque el AMOR es más que gestos y detalles, son sacrificios que inicialmente Jesús viene dispuesto a realizar por nosotros confiando en que le vamos a imitar.
7.       A MARÍA, una joven que decidió confiar en Dios sin medir consecuencias. Cómo nos hacen falta jóvenes cristianos que imiten a nuestra madre. Estos jóvenes aparecerán cuando nosotros así lo propiciemos, dejando de dar clases y empezando a brindarles un encuentro verdadero con Jesús. Sólo que ese encuentro debe producirse primero en nuestras vidas. De palabra no logramos mucho, de esfuerzos ganamos más. María representa la Fe que produce ese encuentro de AMOR, para amar hay que creer, y para creer debemos emprender una búsqueda incansable en nuestro propio corazón de aquello que tanto deseamos creer y vivir. La verdadera Fe, se conoce en los momentos de dificultad y se disfruta en los momentos de paz. Es necesario caminar, salir en esa búsqueda del que es AMOR, para que ese camino pula nuestra Fe y nos permita disfrutar del hallazgo hecho infante.
8.       A JOSÉ, este santo varón descendiente del linaje de David nos enseña que la Esperanza no es una virtud para colocarla en el sillón de nuestras comodidades y esperar a que sucedan las cosas. Este hombre, sin mucho entender, no se queda de brazos cruzados, sabe que Dios le ha concedido compartir la paternidad con él, y no permite que el Dios Todopoderoso haga todo, él también responde a ese AMOR con todas sus capacidades, no se rinde en la búsqueda de un lugar para que nazca su hijo que es Hijo de Dios. Y, aquí es donde nosotros podemos destacar que el nacimiento de Jesús requiere únicamente de un corazón, uno nuevo como dice la canción, uno grande para amar, uno dispuesto a dejar tanto conformismo, comodidad, egoísmos y capaz de dar sin intereses de por medio. La Espera, no es la actitud de estar sentado, sino de salir al encuentro, con la plena esperanza de que en nuestro caminar, seremos encontrados y salvados por aquél que nos amó primero (Cf 1Jn 4,10). Dice el Santo Padre en su Exhortación «Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos» (Cf. EG n.3).
9.       Y AL NIÑO, el nacimiento de Jesús no sólo nos sorprende, nos inunda del verdadero poder del AMOR, capaz de transformar toda nuestra existencia por una única razón, “Dios es AMOR” (1Jn 4, 8), y el amor necesita del ser amado para que sea pleno. Dios le da plenitud y gloria a su existencia en ese AMOR que nos profesa a pesar de nuestras dificultades. Jesús nos ama y viene en la forma más humilde, sencilla y tierna para enamorarnos, basta preguntarnos ¿qué corazón tenemos para enamorarnos? Uno lleno de angustias, tristezas, desesperaciones, o uno de fe y esperanza.
10.   En Jesús, José y María, apreciamos que el don de la navidad no es un regalo que podemos disfrutar solo una vez al año. Estamos llamados a vivir una eterna navidad en nuestras vidas, porque Jesús nos da el corazón, nos da la vida, nace en nosotros, y lo único que tú y yo debemos hacer es creer y esperar, no por un minuto, o por una época, sino por siempre en que nuestro corazón, si está junto a Él, cada día será mejor. Así, las palabras de San Pablo son eco del sentimiento de Cristo, y debieran hacer mella en nuestras vidas: “gustosísimo me sacrificaré una o más veces por ustedes, aunque amándolos más, sea menos amado” (2Cor 12, 15). No pasemos la vida esperando momentos especiales sin correr riesgos, como una noche buena para que Jesús nazca en nuestras vidas, más bien corramos el riesgo de hacer especial cada momento de nuestras vidas, con la fe y esperanza de que si luchamos, Jesús siempre estará “con-nosotros”(Mt 1, 23).
11.   Jesús nace mirándonos con una profunda atención amorosa: «Jesús lo miró con cariño» (Mc 10,21). Dejemos tantas excusas a un lado y consideremos ver a Jesús en nuestras vidas, buscar la verdadera Fe, Esperanza y Amor que se han anquilosado en estructuras, filosofías y limitaciones que nos impiden ir más allá de nosotros mismos. Somos fabricantes de santos, nuestro ministerio es más que un título o un lugar dentro de la Iglesia, es una actitud de vida que Dios confía a aquellos en quiénes ve la capacidad de amar para enseñar a otros a amar. La fe y la esperanza es de aquellos que buscan una historia de AMOR con nuestro Padre Dios. “Todas las cosas que hagan, háganlas con AMOR” (1Cor 16, 14), porque el AMOR, lo puede TODO.

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!

Pbro. Juan Carlos Gómez Yanez
Su hermano


SAN CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2013. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.

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