Diócesis de San
Cristóbal
Vicaría
de Pastoral
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS
VENEZUELA
MENSAJE DE NAVIDAD 2013
EL PODER DEL AMOR DE DIOS EN
NUESTRAS VIDAS
A TODOS LOS CATEQUISTAS QUE ANUNCIAN AL PUEBLO
SANTO DE DIOS
EL EVANGELIO DE JESÚS EN LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL
«Encontraron a
María, a José y al niño acostado en el pesebre» (Lc 2, 16)
1.
Una vez más, apreciados hermanos, se presenta en nuestras
vidas la oportunidad de rememorar y renovar el nacimiento del hijo de Dios en
nuestras vidas. Ese momento en el que, una aparente soledad en una simple
pesebrera de Belén (לחם
בית (Bet léhem) “casa del Pan”), se ve alimentada
por la paz, la ternura, el silencio, y el amor de Dios que, desde nuestra
creación, no cesa de ofrecernos la oportunidad de encontrarle, no en el
bullicio y la superficialidad de una navidad alterna y tergiversada que
presenta la sociedad; sino en el barullo (Cfr. 1Re 19, 11-13) y humildad de un
nacimiento, donde lo único hermoso que debemos apreciar, es la presencia de
José, María y el niño, que nos enseñan la poca importancia del sitio para
compartir, si se tiene con quién estar en aquel lugar.
2. Así viene Jesús al mundo,
lleno de la riqueza más maravillosa y tan despreciada y mutilada en nuestras
vidas, el AMOR hecho hogar, expresado en la fe y la esperanza, las cuales le
complementan y permiten que la primera permanezca por siempre (Cfr. 1Cor 13,13);
tanto nos Ama Dios, que el cielo se quedó pequeño para la Gloria de su Hijo, no
por su grandeza, sino porque allí no estaban aquellos que El ama desde el
origen de todo, y por eso bajó a este mundo, lleno de tinieblas y oscuridad,
para guiar nuestros pasos al camino de la paz (Cfr. Lc 1, 79) donde AQUEL QUE
ES AMOR justifica cualquier acción y sacrificio por nuestra salvación, pues ese
ha sido su propósito: “el Hijo del hombre
ha venido a buscar y salvar todo lo que se había perdido” (Lc 19, 10). Nos
muestra que cuando se ama, se es capaz de hacer hasta lo imposible y mucho más
por amor. Nos enseña con su vida que quien se atreve a amar más de lo que
puede, es capaz de dar más de lo que sus capacidades le pudieran permitir. Y
ello, redunda en el perdón de sus deudas. Y si Él mismo se ha colocado dicha
meta, ni el mismo enemigo llamado tentador, con todas sus artimañas y mentiras
podrá alejarnos de SU VOLUNTAD que está por encima de todo.
3. Sin embargo, nos seguimos
perdiendo la oportunidad de ser parte de este encuentro de Amor, en el que,
como dice nuestro Santo Padre Francisco, el título sobra si nuestras actitudes
no lo acompañan (Cf. Discurso a los
Catequistas del 27 de Septiembre de 2013). De nada sirve estar en Navidad junto
al pesebre, si ello no refleja nuestros sentimientos, palabras y acciones, si
nuestro amor es de adornos y bambalinas, y no de reconciliación y paz. Jesús
nos busca y nos salva, ¿cuándo será que nosotros nos dejemos encontrar y salvar
por su amor? Porque esa tristeza individualista de la que nos habla el Papa en
su primera Exhortación, es la que muchos viven de manera disfrazada en esta
época, en una búsqueda enfermiza de placeres superficiales y de una conciencia
aislada, donde no hay espacio para los demás, ni siquiera para la familia; ya
no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no
palpita el entusiasmo por hacer el bien (Cf Evangelii
Gaudium n2).
4.
En el día de hoy, el Prefacio de Navidad nos habla de la LUZ
que brilla ante nuestros ojos en el resplandor de este hermoso nacimiento, el
cual nos permite conocer a Dios visiblemente en la ternura y sencillez de un
niño, que tiene la capacidad de llevarnos al amor de lo invisible, de aquello
que solo pueden apreciar los ojos del alma cuando nuestra fe está bien
dispuesta para ello (Cf. Misal Romano, Prefacio de Navidad I).
5.
Ahora bien, en esta cita bíblica que hemos tomado como punto
de reflexión para este mensaje, el Evangelista San Lucas nos dice que los
pastores: “Encontraron a María, a José y
al niño acostado en el pesebre” (Lc 2, 16), tenemos la oportunidad de que
los ojos de nuestra fe brillen en nuestra mente y corazón ante este bello pasaje
de la Escritura. Podemos fijarnos desde cuatro ángulos distintos y la reflexión
no dejará de ser sorprendente. Dichos ángulos son: ENCONTRARON, que nos indica
una búsqueda; A MARÍA, que nos permite encontrarnos con la Fe; A JOSÉ, quien
nos presenta esa experiencia de Esperanza sin temor a rendirse en ningún
momento; Y AL NIÑO, que genera no sólo la fusión de la Fe y la Esperanza, sino
el resultado y el compromiso de esta unión: EL PODER DEL VERDADERO AMOR que da
Paz.
6.
ENCONTRARON, nadie encuentra si no busca, y nadie busca, si no
cree firmemente en que va a encontrar algo. Los pastores no se quedan con el
asombro de ver ángeles anunciando la gloria del Señor, éstos, se centran en lo
más importante, dirigirse al encuentro con el Mesías, y porque creyeron en
aquel anuncio, buscaron y encontraron al Salvador. Es necesario reflexionar
aquí, que los pastores se atrevieron a buscar aquello que tanto desearon
encontrar, y no se pusieron límites ante ello. Ojalá no nos colocásemos tantos
límites en la búsqueda del Amor que Salva. El Santo Padre ante ello nos
recuerda que Dios no se cansa de buscarnos, no se cansa de salir a nuestro
encuentro, ni siquiera de extendernos su Perdón, entonces ¿por qué nosotros que
somos los interesados si nos cansamos? (Cf EG
n.3). Dejemos de buscar Amor donde no lo hay, porque el AMOR es más que gestos
y detalles, son sacrificios que inicialmente Jesús viene dispuesto a realizar
por nosotros confiando en que le vamos a imitar.
7. A MARÍA, una joven que
decidió confiar en Dios sin medir consecuencias. Cómo nos hacen falta jóvenes cristianos
que imiten a nuestra madre. Estos jóvenes aparecerán cuando nosotros así lo
propiciemos, dejando de dar clases y empezando a brindarles un encuentro
verdadero con Jesús. Sólo que ese encuentro debe producirse primero en nuestras
vidas. De palabra no logramos mucho, de esfuerzos ganamos más. María representa
la Fe que produce ese encuentro de AMOR, para amar hay que creer, y para creer
debemos emprender una búsqueda incansable en nuestro propio corazón de aquello
que tanto deseamos creer y vivir. La verdadera Fe, se conoce en los momentos de
dificultad y se disfruta en los momentos de paz. Es necesario caminar, salir en
esa búsqueda del que es AMOR, para que ese camino pula nuestra Fe y nos permita
disfrutar del hallazgo hecho infante.
8. A JOSÉ, este santo varón
descendiente del linaje de David nos enseña que la Esperanza no es una virtud
para colocarla en el sillón de nuestras comodidades y esperar a que sucedan las
cosas. Este hombre, sin mucho entender, no se queda de brazos cruzados, sabe
que Dios le ha concedido compartir la paternidad con él, y no permite que el
Dios Todopoderoso haga todo, él también responde a ese AMOR con todas sus
capacidades, no se rinde en la búsqueda de un lugar para que nazca su hijo que
es Hijo de Dios. Y, aquí es donde nosotros podemos destacar que el nacimiento
de Jesús requiere únicamente de un corazón, uno nuevo como dice la canción, uno
grande para amar, uno dispuesto a dejar tanto conformismo, comodidad, egoísmos
y capaz de dar sin intereses de por medio. La Espera, no es la actitud de estar
sentado, sino de salir al encuentro, con la plena esperanza de que en nuestro
caminar, seremos encontrados y salvados por aquél que nos amó primero (Cf 1Jn
4,10). Dice el Santo Padre en su Exhortación «Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un
pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos
abiertos» (Cf. EG n.3).
9.
Y AL NIÑO, el nacimiento de Jesús no sólo nos sorprende, nos
inunda del verdadero poder del AMOR, capaz de transformar toda nuestra
existencia por una única razón, “Dios es AMOR” (1Jn 4, 8), y el amor necesita
del ser amado para que sea pleno. Dios le da plenitud y gloria a su existencia
en ese AMOR que nos profesa a pesar de nuestras dificultades. Jesús nos ama y
viene en la forma más humilde, sencilla y tierna para enamorarnos, basta
preguntarnos ¿qué corazón tenemos para enamorarnos? Uno lleno de angustias,
tristezas, desesperaciones, o uno de fe y esperanza.
10. En Jesús, José y María,
apreciamos que el don de la navidad no es un regalo que podemos disfrutar solo
una vez al año. Estamos llamados a vivir una eterna navidad en nuestras vidas,
porque Jesús nos da el corazón, nos da la vida, nace en nosotros, y lo único
que tú y yo debemos hacer es creer y esperar, no por un minuto, o por una
época, sino por siempre en que nuestro corazón, si está junto a Él, cada día
será mejor. Así, las palabras de San Pablo son eco del sentimiento de Cristo, y
debieran hacer mella en nuestras vidas: “gustosísimo
me sacrificaré una o más veces por ustedes, aunque amándolos más, sea menos
amado” (2Cor 12, 15). No pasemos la vida esperando momentos especiales sin
correr riesgos, como una noche buena para que Jesús nazca en nuestras vidas,
más bien corramos el riesgo de hacer especial cada momento de nuestras vidas,
con la fe y esperanza de que si luchamos, Jesús siempre estará “con-nosotros”(Mt 1, 23).
11. Jesús nace mirándonos con
una profunda atención amorosa: «Jesús lo
miró con cariño» (Mc 10,21). Dejemos tantas excusas a un lado y
consideremos ver a Jesús en nuestras vidas, buscar la verdadera Fe, Esperanza y
Amor que se han anquilosado en estructuras, filosofías y limitaciones que nos
impiden ir más allá de nosotros mismos. Somos fabricantes de santos, nuestro
ministerio es más que un título o un lugar dentro de la Iglesia, es una actitud
de vida que Dios confía a aquellos en quiénes ve la capacidad de amar para
enseñar a otros a amar. La fe y la esperanza es de aquellos que buscan una
historia de AMOR con nuestro Padre Dios. “Todas las cosas que hagan, háganlas
con AMOR” (1Cor 16, 14), porque el AMOR, lo puede TODO.
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO MIS HERMANOS CATEQUISTAS!!!
Pbro.
Juan Carlos Gómez Yanez
Su
hermano
SAN
CRISTÓBAL, 25 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2013. FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.
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